Rafael Castillejo./ Buñuelos de viento, huesos de santo, castañas asadas, panellets, gachas de leche, pestiños, dulce de membrillo… son postres típicos de estos días, dependiendo de la región de España y la costumbre de cada casa. En la mía, los buñuelos son los elegidos y, sobre todo, los de crema. Después, Isabelita, con eso de que lo bueno engorda, se encargará de servirlos a modo de cartilla de racionamiento.
En la mañana del primero de noviembre no faltará mi visita al Cementerio recordando cuando la realizaba en compañía de mi abuelo. Mientras la salud me lo permita, es algo que nunca dejaré de hacer. Sé que cada vez son más los que piensan que no sirve para nada pero, no me importa. Sólo pido que respeten mi comportamiento, lo mismo que yo respeto el suyo.
Me quedo con estas tradiciones que, al paso que vamos, podrían desaparecer un día por culpa de los modernismos que hemos importado sin ton ni son. Cada vez estoy más de acuerdo con el que dijo que «Celebrar Halloween en España es como sacar a la Virgen del Carmen de procesión marinera por Manhattan».
Los postres no creo que desaparezcan, que el «papeo» gusta por igual a los ricos y a la ciudadanía. Esperemos además que, la OMS, no encuentre en ellos algún componente cancerígeno. Si algo así llegase a ocurrir, servidor los seguiría degustando por estas fechas. Al fin y al cabo, acostumbrado como estoy a visitar el cementerio, acepto que llegará el día en que será para quedarme.
Rafael Castillejo
www.rafaelcastillejo.com
Rafael Castillejo escribe en Facebook