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Paul Boutroux y el uso “imparable” de la tecnología en las aulas

ENTREVISTA REALIZADA POR LAURA GIL | @lauragilg | tessella.es

Titulado en Administración de Empresas, Paul nació en Francia y desempeña su actividad profesional en España desde hace 17 años. Antes de convertirse en emprendedor, tuvo puestos de responsabilidad en una editorial y en una compañía fabricante de salas multimedia.

Dedicado al sector durante los últimos 13 años, Paul ha sido testigo de los cambios operados por la tecnología en las aulas. Una transformación, a su juicio, imparable y con muchas ventajas. Insiste, eso sí, en que las herramientas por sí solas no mejoran la calidad de la educación. Deben ir acompañadas de un plan didáctico y un programa de formación del profesorado.

Su experiencia, conocimientos comerciales e, incluso, su nativo francés han sido moneda de cambio en el banco del tiempo de La Colaboradora. El coordinador de este proyecto, Javier Fernández, es para él “súper Javi”; el ecosistema colaborativo, un antídoto contra la soledad del emprendedor.

Paul Boutroux
Paul Boutroux

Hablamos con él de su trabajo, del miedo a vender de los emprendedores y de los beneficios de colaborar con otros profesionales. Una conversación no apta para nostálgicos del olor a tiza.

¿Cuándo empieza tu idilio con la tecnología?
No empezó con la tecnología sino con la educación. Vengo de una familia de profesores; muchas personas de mi entorno se dedican a la educación. En mi primer trabajo (estuve 8 años en una editorial), publicábamos libros, manuales didácticos y CDs multimedia de formación. En la siguiente empresa para la que trabajé, Edu4, nos dedicábamos al equipamiento de aulas multimedia, con ordenadores, muebles, sistemas de control y supervisión de alumnos, proyectores y las primeras pizarras interactivas. Eso me animó a seguir este camino.

¿Por qué hay que incorporar la tecnología en el aula?
Ofrece muchos recursos para la enseñanza y del lado del alumno, le motiva a aprender. La motivación es clave para el aprendizaje. Los estudiantes están acostumbrados a manejar nuevas tecnologías y cuando les enseñas matemáticas o ciencias sociales, esperan dinámicas interactivas, ver algo animado, escuchar sonidos, actuar, participar…

¿Se están utilizando bien las nuevas tecnologías?
Dependerá del profesor, que tiene que elegir las herramientas adecuadas en el momento adecuado. Unas sirven para transmitir un conocimiento, otras para consolidar conocimientos, otras para evaluar. Las de evaluación son muy importantes porque con la tecnología, el profesor puede comprobar rápidamente si sus alumnos han entendido un concepto. Ahorran tiempo de corrección al profesor que pasa a tenerlo disponible para preparar sus clases.

¿Cuál es el equipamiento básico que no puede faltar en un aula?
Hace 20 años en las clases no faltaba la tiza, algún mapa mundi que se colgaba en la pizarra, un esqueleto sobre ruedas… Hoy lo más habitual es el proyector, el ordenador y los altavoces. El siguiente nivel ya sería la pizarra interactiva, más minoritaria; aproximadamente, un 35% de las aulas en España están equipadas con este tipo de pizarra.

Logotipo de la empresa de Paul Boutroux creado por la diseñadora (y también miembro de La Colaboradora) Melania Pradas.
Logotipo de la empresa de Paul Boutroux creado por la diseñadora (y también miembro de La Colaboradora) Melania Pradas.

¿Hay un producto estrella en tu catálogo?
En mi caso, lo que más vendo son proyectores, altavoces y pizarras interactivas.

¿Podrías destacar algunas de las últimas tendencias del sector?
Lo que está entrando mucho en las aulas es la robótica, que llega unida a la programación. Desde infantil, hay clases en las que ya se enseña a programar a los alumnos. Precisamente, un grupo de escuelas de Aragón ha sido premiado recientemente en SIMO Educación 2015, el salón de tecnología para la enseñanza, por un proyecto innovador que incorpora un pequeño robot en forma de abeja (el “Bee Bot“) en el aula.

En cuanto a la tarea de emprender, recientemente has impartido alguna formación orientada a ventas en La Colaboradora. ¿Qué le dirías a un emprendedor que tiene miedo a vender?
Lo de la venta me parece crucial en la vida de las empresas pero tengo a menudo la impresión de que la imagen del vendedor es mala. Es una pena porque un buen vendedor no es una mala persona que intente encasquetarte cualquier producto como sea. Al contrario, el trabajo del vendedor es el de escuchar, con una cierta humildad, a los potenciales clientes, para analizar cómo puedes ayudarles.

Por otro lado, hay mucha gente que considera que si eres arquitecto o coach o diseñador de joyas, por poner algunos ejemplos, no eres un vendedor; sin embargo, creo que cuando eres emprendedor, tienes que vender tu proyecto, tu idea, para que la gente confíe en ti y te encargue servicios o productos. Es algo imprescindible y no es “malo”.

¿Qué primeros pasos recomendarías?
Escuchar mucho y bien a tus clientes potenciales, al mercado; luego, conocer bien tu producto para poder ofrecer algo que vaya a satisfacerles.

¿Las redes sociales ayudan a vender?
Sí, las redes tienen mucho potencial pero son también engañosas. No conozco a nadie que pueda vender sólo a través de las redes sociales o conocer las necesidades de un cliente sólo a través de las redes. Es una opción pero no creo que sea suficiente. Ahí deberíamos hablar con los especialistas de La Colaboradora a ver qué dicen. Hace falta más, hay que trabajar identificando clientes potenciales, visitarles… Las redes son un amplificador para lanzar mensajes, comunicar, pero no es lo habitual que puedas vender sólo por ahí.

¿Qué es lo habitual, aconsejable?
Depende mucho del tipo de venta que quieras hacer. Si haces tazas, deberás acercarte a tus clientes y a tu mercado. Si vendes servicios, tendrás que buscar a gente que necesita esos servicios o darte a conocer para que te encarguen trabajos y te recomienden. La actividad de vender es presentarse al cliente directo o indirecto y tratar de entender lo que necesita. Tenemos que identificar las necesidades y adaptar a ellas nuestra oferta.

Hablemos de tu experiencia en La Colaboradora. ¿Qué beneficios ofrece colaborar a un emprendedor?
Puedes contar con la ayuda de gente que sabe de muchos temas que no controlas. Tú sólo conoces tu especialidad o los temas que has estudiado. Pero cuando tienes al lado a periodistas como tú, a informáticos, a gente experta en la gestión de la presencia en Internet, arquitectos, entre otros muchos perfiles, tienes acceso a unos recursos tremendos. Es fantástico; estás solo pero tienes la posibilidad de contar con la ayuda de otros muchos y ellos también pueden contar con tu ayuda, aprovechar tu experiencia laboral, tus contactos, el conocimiento de un sector en concreto. Cada uno se enriquece en contacto con otras personas.

Dar o recibir
Me gustan las dos cosas y las dos son imprescindibles. A mí en La Colaboradora me han ayudado con muchas consultas diferentes: de redes sociales, presencia en Internet y hasta problemas técnicos con mi ordenador. Parte de la ayuda que se presta es también de promoción mutua, nos promocionamos los unos a los otros. Cuando algún colaborador publica algo que es interesante, por ejemplo, me preocupo de darlo a conocer si creo que le puede interesar a mi público.

Esta pertenencia a un grupo, ¿es importante cuando uno camina solo con su idea empresarial?
Depende de cada persona. Para mí, tengo claro que sí. Es importante apoyarse. Además, a veces me siento un poco solo en mi trabajo así que La Colaboradora es ese lugar en el que compartir momentos, aunque sólo sea tomar un café, poner en común experiencias, vivencias. Pero entiendo que dependerá de cada persona y de sus necesidades particulares.

Paul Boutroux junto a otros miembros de La Colaboradora durante un safari fotográfico por Zaragoza. Obra del fotógrafo (y también miembro de La Colaboradora) Nacho Bueno.
Paul Boutroux junto a otros miembros de La Colaboradora durante un safari fotográfico por Zaragoza. Obra del fotógrafo (y también miembro de La Colaboradora) Nacho Bueno.

 

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