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Ligeros de equipaje

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Francisco Javier Aguirre ./ ‘Ligeros de equipaje’ es la tragedia que se ha representado durante el pasado fin de semana en el Teatro Principal. Original de Jesús Arbués, dirigida por él mismo e interpretada por Javier García y Pedro Rebollo, lleva un subtítulo muy elocuente: ‘Crónica de la retirada’. No es una historia de ficción, sino real, que se centra en un caso concreto y constituye un retablo de las desgracias que ocasiona una guerra civil.

La acción se inicia en un desván, donde se ha quedado dormido un abuelo que sueña con un episodio trágico de su vida: el éxodo a que se vio obligado, como tantos miles de españoles, en el invierno de 1939. Su nieto asiste perplejo a la pesadilla, despierta al anciano y le pide que recuerde aquellos días. Se niega el hombre, pero finalmente accede a relatar una serie de episodios de los que fue protagonista. Desde el penoso camino hacia la frontera francesa, en una interminable caravana donde la muerte y la desolación eran compañeras inevitables de los fugitivos, hasta el regreso a España para integrarse en el maquis seis años después. En medio, las penalidades de los campos de concentración en los que fueron encerrados los republicanos españoles mientras duró la Segunda Guerra Mundial

 

La anécdota estremece, pero su alcance es más amplio: la tortura del tiempo pasado, la imposibilidad del olvido, el dolor de la ausencia, la miseria moral de que somos capaces los humanos, la amenaza de una muerte irracional… todo ello compone un oscuro aguafuerte en el que queda retratada una época a través de las vivencias de los dos protagonistas.

En una actuación llena de mérito, desdoblan sus personajes en un montaje vivo, ágil, casi frenético, que por sí mismo explica la ansiedad y el sufrimiento de tantos miles de personas que entonces y ahora siguen sufriendo las consecuencias de un enfrentamiento entre compatriotas, por razones e intereses que muchas veces permanecen en la más delictiva oscuridad.

La obra se desarrolla en una escenografía escueta pero impactante y cuenta con un juego de luces perfectamente diseñado. En varias de sus escenas se completa con proyecciones de la época, finalizando con el testimonio real de uno de los protagonistas de aquella tragedia.

Francisco Javier Aguirre

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