Zaragoza Buenas Noticias

ALMA

descargaFrancisco Javier Aguirre./   El Teatro de la Estación presentó el pasado fin de semana esta recreación interpretada por Rocío Muñoz-Cobo, como Elizabeth, la actriz que ha quedado muda por voluntad propia, y Andrea Dueso, en el papel de Alma, la enfermera que la cuida y comparte con ella todo su proceso terapéutico.

Es profunda la contraposición del silencio con el monólogo, el dualismo de dos facetas humanas que se complementan en la misma persona.

La identificación progresiva de Alma con Elizabeth es una idea-fuerza lo largo de la obra. El argumento se sigue con bastante facilidad, pero contiene una sucesión de propuestas de gran calado que se refieren a la identidad, la maternidad, los sentimientos ocultos, el amor lésbico, las aspiraciones cercenadas y otras muchas alusiones sobre la personalidad real; el título de la obra fílmica, ‘Persona’, es suficientemente significativo.

La versión de Turón se titula ‘Alma’, porque la intención del dramaturgo y director es poner de relieve el impacto que sufre la enfermera en contacto con el silencio de la actriz. La densidad de la obra deriva también de sus implicaciones filosóficas y psicoanalíticas en relación con el arquetipo junguiano que vincula la persona con la máscara. La etimología de ‘personare’ alude a la máscara que utilizaban los personajes teatrales para proyectar su voz, pero que al mismo tiempo ocultaba su rostro.

Alma se despierta de una especie de ensueño en el que se arrepiente de haberse abierto tanto hacia Elisabeth. Ha descubierto su propia máscara. Es entonces cuando decide escapar hacia un lugar más seguro, hacia una especie de refugio en su intimidad. Finalmente ha entendido la actitud de su paciente y decide imitarla encerrándose en sí misma.

La adaptación de Turón da vigor al personaje de Alma, secundario para buena parte de quienes han resultado fascinados por la película, y capital en este montaje teatral como escenario de las batallas morales y sentimentales que se plantean. Así, Andrea Dueso consigue expresar en su trabajo los extremos y los contrastes de  su vivencia. Sigue en la brecha. Elisabeth, por el contrario, parece haber renunciado al combate, aunque no sabemos si su mutismo es signo de victoria o testimonio de derrota.

La belleza de la obra se completa con los sugerentes episodios de danza, una precisa banda sonora, una escenografía que no distrae la atención del espectador y un juego de luces que dinamiza una acción ralentizada por el mutismo de Elizabeth.

Francisco Javier Aguirre

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *