Diego Medina Ruiz./ En la América de principios del S.XIX, la clase criolla terrateniente estaba cansada de tener que soportar de la metrópoli un comercio desfavorable y unos funcionarios corruptos, que buscaban enriquecerse lo más rápidamente posible y volver a España cuanto antes.
Así pues, cuando en 1820, el general Riego se sublevaba en Cabezas de San Juan dando paso al Trienio Liberal, en América vieron la oportunidad de emanciparse.
Las ideas de Rousseau, Montesquieu o Locke llegaron a América y los criollos se empaparon bien de ellas. Comenzaron a cuajar pero no como en Europa. Mientras en el viejo continente se empieza a fraguar una revolución contra el absolutismo y el Antiguo Régimen, en cambiar el Estado, en América las tornas iban en independizarse y construir algo totalmente nuevo, sin ninguna tutela metropolitana.
En todos los países americanos con pasado colonial castellano celebran el día de la independencia y en la gran mayoría tienen en su memoria a Simón Bolívar, no obstante existió otro revolucionario, olvidado por su fracaso pero sin el que la emancipación del Estado Español no hubiera sido posible y con una vida interesante como pocas. Se trata de Francisco de Miranda.
Francisco de Miranda puede llamarse el precursor de la independencia americana, el que puso las brasas que se encendieron años después de su muerte.
Nació en Caracas en 1750 y como criollo siguió el camino típico según su familia y su posición en ella. Educación exquisita e ingreso en el ejército español.
Sin embargo, como he mencionado antes, los escritos de los filósofos ilustrados cruzaron el Atlántico y Miranda no fue ajeno a ellos. Al estallar la guerra de independencia norteamericana, Miranda desertó del ejército y fue a alistarse a las órdenes de George Washington. Luchó hasta el final y al fin de la guerra viajó por toda Europa en busca del espíritu ilustrado.
Allí conoció de primera mano cómo se vivía en Europa y la opresión con que las monarquías absolutas sometían al Tercer Estado. En esto que recala en Francia en los albores de la Revolución y se volvió a alistar.
En el ejército revolucionario alcanzó gran fama por sus éxitos y llegó a ser general. El tener un nombre y la posibilidad de hacerle sombra a Robespierre durante la época del terror significaba ser encarcelado y condenado a muerte en la guillotina y eso fue lo que le pasó a Francisco de Miranda. Solamente le salvó que quien lo mandó apresar fue guillotinado antes que él.
Miranda fue parte activa pues de los dos elementos externos que fraguaron todo el proceso de independencia americana: La guerra de independencia de los Estados Unidos de América y la Revolución Francesa. Desde Francia viajó a Inglaterra buscando apoyos y consiguió entrevistarse con el primer ministro inglés pero las promesas se las llevó el viento y terminó recalando en los recién nacidos Estados Unidos.
Allí contacto con viejos compañeros de armas y logró formar un ejército pero la misión libertadora fracasó y en 1806 retornó a Inglaterra refugiándose de la justicia española.
Fue en Londres donde conoció a un aristócrata, caraqueño como él, llamado Simón Bolívar.
