Domingo Medina Ruiz./ Panagoulis nació en Glyfada (Atenas) en 1939. Hijo de un militar sin embargo dejó ese camino a su hermano Giorgios y va a estudiar matemáticas en la politécnica. Tras en golpe militar, su hermano Giorgios desertó del ejército y huyó de Grecia pero fue localizado y asesinado por los servicios secretos israelíes. Alekos realizaba una lucha activa contra la dictadura e incluso había abandonado también el servicio militar y exiliándose en Chipre. El asesinato de su hermano detonó en él una chispa y preparó atentar contra el presidente el Coronel Giorgios Papadopoulos, el 13 de Agosto 1968. Fracasó y en su huida fue detenido.
En las instalaciones de la EFA, la policía secreta griega, sufrió innumerables torturas que le dejaron secuelas físicas y que le hicieron tristemente famoso. No obstante, tras un calvario inhumano en el que a punto estuvo de morir, no consiguieron de él ningún tipo de confesión ni información alguna.
En Noviembre fue juzgado, condenado a muerte y encarcelado en la cárcel de Egina pero la pena capital nunca se llegó a realizar y porque las terribles torturas que había padecido traspasaron fronteras y la presión política internacional impidió su fusilamiento pero esto también lo usaron en contra de Panagoulis puesto que le hicieron creer que la pena era firme y cuando esperaba para salir ante el pelotón en el último minuto le hacían creer con cualquier escusa que su ejecución se aplazaba hasta el día siguiente y así siguió siendo torturado tanto física como psicológicamente, pues seguía negándose a colaborar de ningún modo con la junta, hasta que fue trasladado a la cárcel de Boiati y allí permaneció hasta la amnistía general de 1973.
Al principio de su estancia en Boiati intentó escaparse en tres ocasiones. Al segundo intento logró llegar hasta Atenas gracias a la ayuda de un soldado que lo custodiaba pero fue delatado por los dos amigos que lo acogieron y retornó a Boiati. Tras la tercera tentativa el alcaide Zakarakis le construyó una celda especial en medio del patio y allí fue. El propio Alekos la describió como estar enterrado en vida. En efecto, se trataba de un minúsculo templete a modo de panteón de dos por tres metros de superficie y con la sola ventilación de un ventanuco de noventa centímetros.
En los 5 años que Alekos estuvo en Boiati no sucumbió y llevó a cabo una lucha psicológica con Zakarakis. Desde la cárcel, Alekos, también leyó con avidez cuando se lo permitieron y compuso un poemario pero fue su aislamiento era total y cuando fue excarcelado ignoraba que su atentado fallido, las torturas y su condena a muerte conmutada habían trascendido y lo habían hecho, en contra de sus deseos, en un símbolo de lucha contra la junta.
Con la fama que había alcanzado consiguió que la ya refutada periodista y escritora italiana Oriana Falacci fuera a entrevistarle a su casa. Alekos había leído los libros de la periodista florentina y quedó prendado de ella. Tras la entrevista, Oriana se convirtió en su fiel compañera y su voz tras su muerte.
En los tres años que siguieron se exilió en Italia en donde publicó los poemas compuestos durante su encarcelamiento y trabajó activamente para derrocar a la junta buscando apoyos de otros griegos en el exilio pero se topó con indecisión y miedo. Mientras, la policía secreta griega lo seguía vigilando.
Sus ideas demócratas seguían siendo muy fuertes en él pero durante aquellos años siguientes fue desarrollando también profundos ideales y sentimientos anarquistas, además de unos grandes deseos de venganza contra sus carceleros, torturadores y opresores.
Tras la caída de la junta volvió a Grecia y prosiguió con su lucha activa a través de publicaciones y buscando apoyos para su movimiento de Resistencia Griega. Cuando se celebraron por fin unas elecciones libres se presentó con el partido Unión de Centro y fue elegido como diputado. Una vez dentro del congreso, Panagoulis descubrió con que nada había cambiado y que tras el nuevo régimen, personas afectas a la junta seguían controlando el poder.
Durante el juicio contra sus captores y torturadores decidió mostrar indiferencia absoluta con ellos y lo aprovechó para denunciar la situación. Nuevamente se topó contra un muro de piedra, así que trabajó en la búsqueda de pruebas que demostrasen que la transición democrática había sido una falacia y que muchos criminales y adeptos a la junta campaban a sus anchas. Esto le costó la vida.
Durante 1975 Alekos se hizo con varios documentos que incriminaban entre varios al ministro de defensa Envanghelis Averoff pero desde que salió de la cárcel la vigilancia y acoso hacia su persona fue continua e impidieron su publicación en el diario Té Nea. Al final, tras varios atentados fallidos en la noche del 1 de Mayo de 1976 un militante de izquierda griego, Mikhail Steffas, acabó con su vida provocando un accidente automovilístico en Glyfada, a pocos metros de su casa.
Tras su muerte, su compañera Oriana Fallaci desmontó la trama y demostró la implicación de Averoff en el asesinato, denunció las vigilancias, el acoso y los intentos de asesinato anteriores pero quedó en el olvido. En 1979 Oriana publicó un libro homenaje, cumpliendo los deseos de Alekos de terminar sus memorias, sacaron sellos de correos con la imagen de Alekos y erigieron estatuas. Como pasó durante su vida, Alekos Panagoulis siguió topándose con muros infranqueables tras subir una gran pendiente. Los homenajes fueron fatuos y los culpables quedaron impunes.