Francisco Javier Aguirre.- En Zaragoza hemos tenido multitud de convocatorias para todos los gustos, para todas las edades, para todos los bolsillos. Los espacios públicos y privados han acogido orquestas, coros, grupos de gospel, vocalistas y ballets. Centrándonos en el Auditorio municipal, hay que destacar algunos acontecimientos, como la interpretación de ‘El Mesías’, de Haendel, por los Gabrieli Consort & Players, el día 21, dentro de la XXI Temporada de Grandes Conciertos de Otoño, una versión excelente donde las haya, y varias actuaciones del circuito de Eurospectcles, entre ellas el Mississippi Gospel Choir, la Rock Symphony Orchestra, y la Orquesta, coro y ballet del ejército ruso de San Petersburgo.
Uno de los espectáculos que más aficionados atrajo fue precisamente el último. Un prólogo ruso, compuesto de himnos y desfile con banderas abrió el espectáculo, mientras 8 diablillas vestidas de rojo y 12 aguerridos abanderados danzaban al ritmo de la música. A continuación, los 36 miembros del coro masculino, entre los cuales había varios solistas, así como los 26 instrumentistas y sus dos directores, hicieron las delicias de los aficionados con sus canciones y acrobacias.
Para iniciar el año, en el mismo escenario, apareció el día 1 de enero la conocida Strauss Festival Orchestra con su ballet, además de una soprano de bastante calidad, dirigidos todos por un maestro de nombre ignorado, puesto que no había programa de mano para los espectadores. Amena velada compuesta de valses y polkas, principalmente de Johann Strauss y familia. También sonaron la brillante ‘Caballería ligera’ de von Suppé y otras piezas de autores desconocidos. Cinco parejas de bailarines amenizaron la vista de los espectadores, mientras los músicos complacían sus oídos.
Se incluyeron algunos de los consabidos apuntes cómicos, como el director haciendo de jefe de estación, o de torero con su correspondiente montera (por cierto, insuficiente e inestable) y reconviniendo al intérprete de las castañuelas, o protegiéndose de la tormenta en la polka ‘Unter Donner und Blitz’ (Bajo truenos y relámpagos) con un paraguas, para acabar con el consabido fin de fiesta: el vals del ‘Danubio azul’ y la ‘Marcha Radetzky’.
Un detalle importante a mejorar por parte de los organizadores, tanto en el caso de la música vienesa como en los espectáculos anteriores, excepción hecha del ofrecido por la Rock Symphony Orchestra el 22 de diciembre, será la puesta a disposición del público de un programa-guía con los temas y piezas a interpretar.
Francisco Javier Aguirre