Diego medina Ruiz.- Aunque la disfracen de motivos nacionalistas lo cierto es que Crimea y las tierras costeras del Mar Negro han pertenecido realmente a muchos pueblos y a ninguno a la vez. En la antigüedad la cuenca del Mar Negro fue siempre rica en recursos naturales. Estaba rodeada de estepas repletas de pastos, montañas con oro y bosques con madera y por supuesto, con pesca abundante.
En el S.VIII a.C la presión demográfica y la escasez de tierras de cultivo empujó a los griegos a hacerse a la mar. Cuando llegaron, los Escitas, ya llevaban allí 500 años viviendo en la estepa. Los griegos fundaron múltiples colonias en los litorales y se dedicaron a la pesca. A su lado los pueblos nómadas fueron sucediéndose. Medio milenio después, tras los Escitas llegaron los Sármatas, luego los Godos, los Hunos, los Jázaros, los Cumanos hasta que en el S. XIII aparecieron los Tártaros, que fueron los últimos nómadas.
Se hicieron muy famosos, el nombre de la Horda de Oro fue muy temido en occidente hasta el S.XV cuando en la parte meridional de Crimera fueron abandonando paulatinamente el pastoreo para dedicarse a la agricultura y ganadería intensiva. Cuando el Imperio Otomano terminó con lo que quedaba del antiguo Imperio Bizantino y tomaron contacto con los Tártaros, abrazaron el islam y allí permanecieron hasta que Catalina la Grande los anexionó a su Imperio Ruso. Mientras, en las costas, las ciudades griegas pasaron a ser romanas, bizantinas y acabaron bajo control genovés y veneciano hasta la llegada de los Turcos.
Las relaciones entre el litoral y el interior nunca fueron pacíficas por completo, de vez en cuando durante todos estos siglos siempre hubo enfrentamientos. Los colonos los consideraban bárbaros y los nómadas consideraban que atentaban contra su cultura y medio de vida. Sin embargo, sí que fueron fructíferas y muy provechosas. Fueron los Escitas quienes comenzaron a cultivar trigo y los griegos lo exportaban.
Durante milenios, Crimea fue el granero del mundo occidental y los caudillos nómadas y mercaderes colonos de turno amasaron grandes riquezas gracias al mencionado grano y otros productos (madera, pieles, caballos, esclavos) que demandaban desde Europa. Además, allí estuvieron los puntos de partida y retorno de las rutas comerciales con China hasta el descubrimiento de América y el perfeccionamiento de la navegación.
En los alrededores de Sebastopol, en la llanura de Balaclava, se produjo la Carga de la Brigada Ligera que hicieron célebre los autores románticos ingleses pero la realidad fue que la Guerra de Crimea tuvo en pugna a rusos y británicos por el control de los cultivos de trigo.
Tras la Gran Guerra el grano crimeano fue sustituido por el norteamericano en los mercados pero durante la Segunda Guerra Mundial los ideólogos nazis se inventaron la Gotia (el país de los godos) como escusa para llegar también al petróleo del norte. En los cincuenta Stalin, acusando falsamente de combatir con los nazis, los deportó a los Tártaros, envió a colonos rusos y Crimea pasó a ser el retiro veraniego de los jerinfantes soviéticos.
Con el fin de la Unión Soviética, Ucrania volvió a ser una república independiente y Crimea con ella. La contaminación y la pesca intensiva han acabado prácticamente con el esturión y otras especies que antaño abundaron, los interminables pastos ahora son páramos o grandes plantaciones, Yalta y la costa decae como centro turístico a favor de Socchi, pero el acceso al mediterráneo a través del Bósforo continua allí y lo más importante, sigue habiendo gas y petróleo.
Diego Medina Ruiz