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  Joy (La fregona milagrosa)

 

Fernando Gracia./     No ha faltado quien ha considerado a David O’Russell como uno de los nuevos genios de la cinematografía americana, gracias a títulos como “El lado bueno de las cosas” o “La gran estafa americana”. La buena cosecha de premios de estas dos películas pareció  encumbrarle tras haber llamado previamente la atención con  “Tres reyes”, película de las suyas que más me convenció en su momento.

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Debo confesar que aunque me parecieron interesantes las dos primeras mencionadas, la primera de ella no me dejó recuerdo alguno y la segunda me resultó bastante absurda y desde luego muy sobrevalorada. Con estas premisas me he enfrentado a “Joy”, que vuelve a escribir y coproducir además de ponerse tras la cámara.

El título remite al nombre de una mujer emprendedora, que desde pequeña parecía destinada a hacer algo grande en el terreno de los inventos y de los diseños. Contada bajo el punto de vista de su abuela, recurso que considero innecesario y que además supone un toque fantástico que no casa en absoluto con la historia ni con el tono de la película, asistimos a los avatares del personaje que defiende Jennifer Lawrence: una mujer rodeada de una más que curiosa familia.

Una madre que no da ni golpe y se alimenta de culebrones televisivos, un padre que va y viene a casa según tenga o no un nuevo ligue, un exmarido que vive en el sótano de casa y con el que se lleva mejor como amigo que cuando eran esposos, una abuela encantadora, una tía con ideas y una amiga que está donde se le necesita. En resumen, un puñado de personajes que mueve Russell con suerte desigual, sin sacarles el partido que podían dar de sí.

Personajes que se mueven en un tono de comedia que a veces colisiona con el melodramático, para luego dejarlos de lado y centrarse el guion en las andanzas de Joy como inventora de…una mopa para fregonas.

336468La parte de la trama relacionada con el mundo de los negocios está desarrollada de forma a veces casi infantil, de puro esquemática y ligera. A veces nos parece estar ante un desarrollo de este asunto más propio de las comedias ligeras de los años treinta que a un acercamiento veraz al mundo de los inventos y las patentes. Curiosamente al mencionar una pugna sobre el invento me ha venido a la memoria algo similar ocurrido en nuestras tierras alrededor de la patente de nuestra famosa fregona. No añado más, quien esté al tanto del tema ya sabe de qué estoy hablando, ya que la prensa ha informado en muchas ocasiones del asunto.

Debo decir que la película me ha parecido cuando menos entretenida. De mucho menos calado de lo que seguramente piensa su director, de desarrollo claramente irregular pero no exento de atractivo en algunos momentos. El buen hacer de su reparto, al que se puede oir en versión original ya que esta ha sido programada así en una hora muy atractiva, es un aspecto a destacar en el producto final.

Jennifer Lawrence, lejos de sus blockbusters que la han hecho ser una de las que más cobran, está francamente bien. Robert de Niro vuelve a entregarnos una interpretación no meramente alimenticia, Bradley Cooper –otro habitual en el cine de Russell- cumple sin problemas, y me quedo por encima de todos con Isabella Rossellini. Oirle hablar en inglés en su primera excelente secuencia, me ha parecido una de las cosas más gratificantes de la película.

Puede que el filme sea tenido en cuenta en nominaciones para la cascada de premios que se avecinan, aunque dudo gane alguno. No sería una señal de buena salud cinematográfica, pero quién sabe; parece ser que el autor tiene mucho predicamento entre la progresía americana. Una especie de reconocimiento como nuevo gurú postmoderno. No es mi caso, pero ya saben que sobre gustos…

 

FERNANDO GRACIA

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