Diego Medina Ruiz.- Hasta 1840 la economía fue básicamente de subsistencia. A partir de entonces se observa una lenta recuperación durante el resto del siglo. La Guerra contra los franceses dejó el país devastado. El número de cabezas de ganado quedó muy reducido, sobretodo equino, las carreteras intransitables y muchos puentes habían sido volados.
Con la emancipación de las colonias americanas se perdió el metal acuñable, el comercio de importación y de exportación. Como consecuencia, las pocas industrias supervivientes de la guerra desaparecieron y la Hacienda sufrió una deflación enorme.
Uno de los factores más importantes que propiciaron la revolución industrial en Inglaterra fueron los cambios en la estructura de la propiedad agraria que produjeron los cercamientos (enclosures). Mientras, en España, seguía siendo la típica del Antiguo Régimen de grandes propiedades repartidas en pocas manos. Además, la agricultura también estaba atrasada técnicamente, la productividad no daba para alimentar a toda la población.
Fernando VII murió en 1833 y se originó la I Guerra Carlista. Los liberales triunfaron y con su llegada al poder impulsaron algunas medidas en pro de mejorar la economía y la precariedad existente. Acabaron con el Antiguo Régimen imponiendo la libertad de trabajo, mercantil y de industria con medidas como la abolición de diezmos o la supresión de la Mesta pero sobretodo, quisieron modernizar la agricultura, el sector económico mayoritario.
Para ello continuaron con el proyecto desamortizador que tímidamente había empezado en 1798 y durante el Trienio Liberal. Así pues, desde 1836 (Mendizábal) hasta 1855 (Madoz) se pusieron a la venta propiedades eclesiásticas y municipales. No obstante, la estructura de la propiedad apenas cambió porque al subastarse públicamente sólo pudieron adquirirlas los sectores acomodados (aristocracia, propietarios rurales, comerciantes y hombres de negocios…) de modo que el campesino pobre acabó si bien más pobre ya que ya no pudo beneficiarse de las tierras comunales.
Estos nuevos propietarios pusieron sus nuevas tierras en cultivo e invirtieron en mejoras técnicas con lo que la productividad aumentó. También se dio más importancia a cultivos más rentables en detrimento de los cereales. Vid en La Rioja, Olivo en Andalucía, Aragón y Cataluña, frutales en el Levante o la remolacha en Aragón. Por otro lado, en algunos gobiernos se impulsó el regadío.
Todas las economías se han desarrollado partiendo de una base agraria pero en España todo quedó en un fracaso. En primer lugar, hasta casi el S.XX, la producción agrícola no generó excedentes suficientes como para alimentar a una población urbana, tampoco fueron suficientes en número como para exportarlos y así generar capital. En segundo lugar, el nivel de consumo de la sociedad campesina fue insuficiente y no se pudo generar un mercado para los productos industriales ni se invertían ahorros en la industria. Se seguían acumulando o destinándolos a la compra de tierras.
Los diferentes gobiernos fueron proclives al proteccionismo y eso perjudica a las exportaciones y al intercambio de capitales y divisas. Por último, la población no aumentó en grado suficiente para generar ese exceso de mano de obra agraria que se desplaza a las ciudades a trabajar a la industria. Una dieta pobre y escasa, un bajo nivel de vida produce altas tasas de mortalidad y por ende, un crecimiento lento. Además, la población era analfabeta y los gobiernos negligentes.
La industria floreció en Cataluña, el País Vasco y en algunas zonas de Andalucía.
La industrial textil fue la primera en arrancar. La burguesía catalana importó las máquinas más modernas provenientes de Inglaterra pero el algodón había que importarlo, la demanda no era muy grande y con la pérdida del mercado antillano se estancó.
La siderurgia comenzó en Andalucía y luego se centró en el norte (Asturias y País Vasco). Al igual que en el caso textil, la demanda de productos industriales no fue muy fuerte, el carbón ibérico no era de la calidad de la antracita inglesa y el incipiente ferrocarril tampoco consumía el hierro nacional.
Para tener liquidez sucesivos gobiernos vendieron concesiones mineras, comerciales e industriales a capital extranjero por lo que no se generaba tampoco riqueza que reinvertir.
Otros sectores también se modernizaron al incorporar máquinas de vapor, prensas hidráulicas pero el proteccionismo, el capital extranjero y la no reforma agraria los lastró como a los primeros.
En resumen, la revolución industrial resultó un fracaso por un sector agrario caduco y deficiente, la minería se explotó tarde y se vendió al capital foráneo por la escasez de capitales, la pérdida de los mercados coloniales fue fatal para la Hacienda, la red viaria era antigua, mala y peligrosa. La población era analfabeta y poco especializada y el gobierno fue siempre favorable al antiguo estamento de los privilegiados, nunca se llevaron a cabo políticas innovadoras y modernizadoras.
Diego Medina Ruiz