Rafael Castillejo.- En muchas partes de España, llamarle a alguien «tonto del haba» o «tontolaba» puede tener consecuencias graves. Es uno de los insultos que más duele al personal, más aún en estos tiempos en que la paciencia del individuo anda de la mano de un sistema nervioso alterado desde que se despierta por la mañana. Sin embargo, su origen es de lo más inocente y eso quiero aclarar para aquellos que lo desconozcan.
En algunos lugares, al elaborar el roscón para ser degustado el día 6 de enero (festividad de Reyes Magos), se le introducen estas dos cosas: Un pequeño regalo y un grano de haba. Al que le toca el regalo se le corona como «rey de la fiesta» y al que le aparece el haba le corresponde pagar el roscón. Así de simple.
Con esta aclaración, espero contribuir al descenso de peleas y disgustos derivados de un insulto que… tampoco es para tanto. Sin embargo, en previsión de que algún erudito me contradiga y me remita a los textos de «El gran libro de los insultos» de Pancracio Celdrán, tendré que reconocer que, efectivamente, puede doler bastante si leemos que describe literalmente al tonto del haba como:
«Sujeto que siendo imbécil por naturaleza tiene además la desgracia de ser patoso. Se predica de quien siendo simplón no termina por asumir su condición. La segunda parte de la frase remite, en metáfora formal, a la punta del miembro viril, por asemejarse la parte de la anatomía masculina aludida a la semilla de esa planta herbácea».
En resumidas cuentas: Aunque de origen inocente, mejor no tener que verse nunca inmerso en situaciones donde el «tontolaba» pueda aparecer. Ni por decirlo ni por escucharlo.
Rafael Castillejo
www.rafaelcastillejo.com
Rafael Castillejo escribe en Facebook