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Al final de la carretera

 

Al final de la carretera
Al final de la carretera

Francisco Javier Aguirre.– Una pareja organiza la fiesta de cumpleaños del marido, Rafa, que cumple 40. Van a acudir los padres, que acaban no llegando a tiempo porque se pierden en la urbanización uniforme en la que viven, ‘La Lírica’. Todos los paseos y calles tienen nombres de zarzuela. Quienes sí acuden puntualmente son los vecinos, Victoria y Alfonso, gente joven, también venida a más, con quienes entablan una serie de juegos, competiciones y conversaciones sobre la situación en que  viven y las perspectivas del futuro.

Son dos parejas modernas, de dinámica similar, satisfechas aparentemente por haber conseguido un estatus social suficiente, pero asomadas a la pendiente (todavía no precipicio) que se abre a esa edad emblemática en la que uno puede hacerse ya preguntas sobre el pasado. ¿Dónde han quedado los sueños, los proyectos rupturistas, las ilusiones de juventud?

Entre bromas y veras, con abundantes gags y situaciones cómicas, los cuatro protagonistas intercambian la ansiedad que subyace a la vida moderna. Quieren huir de ella, pero la realidad les atrapa. Es muy difícil dar marcha atrás.

Esta comedia semi dramática (hay más humor que conflicto) refleja la situación en la que hoy se encuentran muchas parejas adultas de clase media. Y entre juegos y risas, en el espectador se introduce el estilete de la reflexión. En una actuación brillante y bien compensada, los cuatro protagonistas llegan a la conclusión de que más vale malo conocido que bueno por conocer.

La escenografía es vistosa, representando un cuadriculado barrio que corre el riesgo de homogeneizar los conceptos de las gentes que allí habitan. Un texto muy locuaz, sobre todo en boca de Rafael (Manuel Baqueiro), permite expresar las manías y obsesiones de los personajes, como el repudio por la música de David Bisbal, el rechazo a cierto tipo de vinos, la tortura del vecindario molesto o el sometimiento a ideas preestablecidas. El ritmo es ágil y la acción se embarulla un tanto en el tramo central, pero la conclusión es diáfana.

Francisco Javier Aguirre

 

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