Francisco Javier Aguirre.– La versión de Luis Colomina la dirige Alberto Castrillo-Ferrer y la protagonizan José Luis Gil y Ana Ruiz, secundados con mucho acierto por Rocío Calvo, el zaragozano Ricardo Joven y Beatriz Santana. El Teatro Principal la ha ofrecido el pasado fin de semana.
La pintoresca, sarcástica y nihilista personalidad del fracasado suicida e impenitente gruñón Boris Yellnikoff, es un trasunto del propio Allen, interpretado en la película por Larry David con mucho acierto. Acierto que trata de emular ahora sobre las tablas José Luis Gil con bastante éxito, aunque sin duda es Ana Ruiz quien mejor réplica da al personaje que en la película interpretaba Evan Rachel Wood, la joven e ingenua Melody, llegada del sur para hacer carrera en Nueva York.
La boca despiadada del protagonista, con diálogos presididos por una sorprendente agilidad mental y situaciones surrealistas de gran calado, contrasta con la simpleza de su nueva amiga que consigue ir haciéndose poco a poco con el recalcitrante genio, hasta casarse con él. La aparición inesperada de los padres de ella complica la trama y la lleva a situaciones hilarantes.
La representación gana en altura a medida que transcurren los minutos y todos los personajes van experimentando un cambio sustancial en sus planteamientos vitales. De ahí nace gran parte de la comicidad, muy bien administrada en el propio guión cinematográfico, que la versión teatral respeta y confirma.
Los personajes son creíbles, como ya lo eran en el film, y lo son tanto más al dirigirse ahora al público, sobre todo Boris, el protagonista masculino, rompiendo la tradicional cuarta pared.
La escenografía y el montaje dan una idea exacta de la situación, con la plasticidad del panel de fondo que permite los requeridos efectos dramáticos.
Francisco Javier Aguirre