Marta Plano. / Marzo de 2004 no fue un mes fácil para España. Los atentados en Madrid marcaron un antes y un después tanto en la sociedad como en el ámbito político, dado que el 14 de marzo las elecciones transformaron el abanico de colores de aquel entonces. Joaquín Barriga, funcionario del Ayuntamiento de Zaragoza, se encontraba ese día en un colegio como interventor del partido político del que formaba parte (PSOE). Sin embargo, una observación del propio Barriga le hizo darse cuenta de un fenómeno que le disgustó enormemente.
“Observé que venían cantidad de abuelas con sus nietos de 18 años que no sabían cómo votar, y me venían a mí, que llevaba una rosa roja, para que les dijera a qué partido debían elegir. Yo les explicaba lo que defendía cada uno para que escogieran a cuál querían votar, ya que eso es hacer democracia, aunque este no era el lugar ni el momento idóneo”, comenta Joaquín Barriga.
Tras esta experiencia Joaquín decidió crear un proyecto en la capital aragonesa que ayudara a solucionar este problema, enseñando a los más jóvenes cómo funciona la política en España: “Cuando pasaron las elecciones le propuse al concejal Gargallo, de la Chunta, hacer el pleno infantil. Se lo comenté a él dado que era profesor de instituto. Finalmente conseguí que aprobaran este proyecto, con el que ya llevamos 11 años trabajando.
De este modo nació el Pleno Infantil, un proyecto que reproduce el sistema político pero en el que todos los participantes son estudiantes de entre 10 y 16 años de colegios e institutos de la ciudad de Zaragoza. El número de centros está limitado a entre 5 y 8 cada año dado que de esta manera no se pierde la proporción con la realidad.
Formado por 31 concejales infantiles y un alcalde infantil, este joven equipo de gobierno persigue el objetivo de generar una democracia activa a través de una mayor participación y conocimiento de la política. “El pleno infantil reproduce todos los pasos que se dan en la vida de los adultos, empezando por la creación de los partidos políticos, las campañas electorales, la elección de concejales atendiendo a la Ley D’Hondt y empleando las mismas urnas que las que emplean los adultos, aunque enseñando el carnet de la biblioteca del colegio en vez del DNI, el recuento de votos, la elección del alcalde o alcaldesa y posteriormente la lectura en el Pleno del manifiesto que crean entre todos”, explica Barriga, creador el proyecto.
A sus 11 años Hugo Argente puede presumir no solo de ser concejal infantil de Zaragoza, sino además de ser el único que ha sido elegido dos veces, ya que como él mismo señala, «llevarme muy bien tanto con mis compañeros de clase como con los de la clase de al lado ha influido en mi reelección». Cuando llegó a oídos de Hugo este proyecto por primera vez le pareció un tema muy interesante y ante todo una oportunidad para ver la realidad desde otro punto de vista. «Ocupar el puesto de los políticos y enseñarles desde el punto de vista de un niño las soluciones que vemos me pareció una muy buena idea. Ellos nos apoyan, aunque imagino que llevar a cabo estas propuestas es más complicado de lo que pensamos», señala Hugo.
Para este joven concejal, uno de los mayores aprendizajes que ha obtenido a través del Pleno Infantil es a respetar las ideas de sus compañeros, ver cómo es el Ayuntamiento por dentro, y por supuesto conocer los pasos que sigue una propuesta hasta que se convierte en realidad.
Por supuesto, Hugo también tiene sus propuestas para los políticos. Su prioridad como concejal infantil es la creación de un nuevo instituto para el barrio de La Jota, una propuesta que lleva realizando dos años desde el Pleno, aunque, según explica, la respuesta siempre es que «ese es un tema de mayores y no debes meterte en él». Bajo su punto de vista sea un tema de adultos o de niños, lo que está claro es que la problemática existe, con lo que asegura que «seguirá insistiendo para que nuestros hermanos menores no se encuentren con centros saturados a los que no puedan acceder».
Para Joaquín Barriga la mayoría de adultos se han acostumbrado a que votar una vez cada cuatro años es hacer democracia, cuando, según explica, lo importante es participar dentro de todo el proceso, y el culmen es emitir el voto. Es decir, tener una conciencia crítica y activa. Bajo esta premisa Joaquín decidió crear también el Consejo de Niños y Niñas como un órgano representativo de la infancia y la adolescencia de Zaragoza y en el Consejo de la Ciudad. Sin embargo, y para sorpresa e indignación de Barriga, este proyecto se encuentra en una situación de ‘alegalidad’ dado que todavía está pendiente de la aprobación por parte del Ayuntamiento, aunque se está llevando a cabo desde hace tres años y todos los partidos políticos le hayan dado su visto bueno.
De hecho, este Consejo de Niños y Niñas sirve cada año de cierre del proyecto. Los 31 concejales y el alcalde infantil presentan ante todos los políticos el manifiesto que han votado todos los niños en el Pleno Infantil para plasmar mejoras, propuestas e incluso críticas constructivas, siempre centrados en temas relacionados con la infancia en Zaragoza.
A pesar de que según indica Joaquín Barriga el interés despertado en los políticos por estas propuestas es prácticamente nulo, a lo largo de estos 11 años de trabajo el Pleno Infantil los niños y niñas ha conseguido varias mejoras la ciudad de Zaragoza. Por ejemplo, uno de sus grandes logros fue el inicio de las obras en el Colegio Público de Montecanal, o la eliminación de una molesta placa en el suelo. Igualmente, dado que todos los jóvenes de Zaragoza pueden participar planteando sus propuestas a los concejales en la web municipal, y ya que son los propios concejales los que escogen qué temas plantean, han abierto debates tan polémicos como la eliminación del carril bici en el Paseo Independencia.
Barriga explica que este proyecto es como una silla sostenida por tres patas, siendo una de ellas la educación (a través del Pleno Infantil), otra la participación (reflejada en el Consejo de Niños y Niñas), y por último la información. El aporte pedagógico es más que evidente, dado que por ejemplo cada colegio decide qué niño leerá su manifiesto, y no siempre se escoge al que vaya a hacerlo técnicamente mejor, sino a quien más lo necesita. “Algunas veces el colegio ha decidido que sea un niño tartamudo el que lo lea, y los concejales se nos han cabreado porque no entienden que el objetivo no es que quede bonito, sino que sirva de aprendizaje”, apunta Barriga.
Por otro lado, se crea en estos niños y niñas una conciencia crítica que les prepara para afrontar la realidad, sabiendo interpretar la información que llega a través de los medios de comunicación.
A pesar de que el número de colegios interesados en este proyecto ha crecido en los últimos años, la evolución de la participación de los colegios ha variado mucho. Así pues, en el caso de los colegios públicos el número de participantes ha descendido notablemente, según analiza Joaquín Barriga, “ya que estos centros para enfrentarse a la DGA decidieron no participar en ninguna actividad que no sea establecida”. Por el contrario, el número de colegios privados y especialmente concertados ha crecido dado que, como comenta Barriga, “tener la estrella de ‘hemos participado en el Pleno Infantil’ da mucho caché de cara a los padres que visiten estos centros”.
Los gastos generados por estas actividades, según Barriga, son prácticamente inexistentes, ya que por parte del Pleno Infantil los únicos gastos son la impresión de unas pegatinas y dos displays que se instalan el día del pleno, mientras que el Consejo de Niños y Niñas no tiene ningún gasto.
Ser concejal o alcalde infantil, o simplemente participar en este proceso, es todo un orgullo para nuestros pequeños. Un orgullo que se ha logrado gracias al trabajo de Joaquín Barriga y el equipo del Servicio de Educación del Ayuntamiento de Zaragoza, quien, confiado en este proyecto, concluye con que “el Pleno Infantil y el Consejo de Niños y Niñas no es un favor que tienen que hacerle a los niños, sino una obligación del Ayuntamiento de respetar los derechos del niño, que los tienen por el mero hecho de ser niños, aprobados hace 25 años en la Convención de los Derechos del Niño”.