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«Las flechas de Cupido»

Foto pixabay
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Yolanda Cambra.  Vaya por delante que soy una romántica empedernida y soy de amor por los cuatro costados y le disparo salvas a San Valentín, pero no dejo de reconocer que es una de las fiestas más comerciales del año, en la que hasta los más fríos se rascan el bolsillo para tener contenta a su pareja en una fecha tan señalada. Indudablemente, quien no es de tener detalles el resto el año, tampoco lo es por ser el 14 de febrero, así que si cumple con la tradición es por no aguantar la mala cara de la parienta según vayan pasando las horas del domingo y no tenga su esperado regalo. Y, llegados a este punto, me he permitido hablar en femenino porque se asume socialmente que somos nosotras quienes esperamos el regalo.

A mí sí que me gusta regalar y que me regalen por San Valentín, al igual que me gusta mimar y cuidar los detalles cada día del año. Creo que en el día en que se celebra el amor, es normal potenciarlo de algún modo, al igual que extraño cada día a mi madre que ya murió, pero la echo especialmente de menos en Navidad, al ser una celebración familiar.

Pero sí, celebramos el día del amor, no el día del regalo. Y el regalo de amor es que alguien te cocine un plato especial, que escriba una notita y te la esconda bajo la almohada, que dibuje un corazón en el espejo del baño, que intente darte un masaje con aceite, que ponga vuestra canción y te saque a bailar en el salón, que te lleve el desayuno a la cama, que haga balance del tiempo que lleváis juntos y te diga, mirándote a los ojos, que volvería a elegirte otra vez… ¡¡eso son regalos de amor!!

Así que, esas personas que dicen que no son de San Valentín porque denuncian que es una fiesta inventada y consumista, definitivamente son el grinch de los detalles. Imagino que debe ser muy fastidioso, cuando no se es detallista, ver cómo la mayoría de las personas entregan y reciben sus regalos en esta fecha. Les resulta mucho más sencillo atrincherarse en su inflexible “Yo no soy de San Valentín”. Bien, el problema viene cuando tu pareja sí que es de San Valentín. Porque, en pareja, hay que tratar de hacer feliz al otro sin que te provoque sufrimiento. Y si tu pareja espera un detalle, pero tu orgullo te impide tenerlo, quizá deberías revisar tu posición.

De cualquier modo, pienso que una vez más, el problema viene por el modelo impuesto socialmente de cómo debe ser el amor. Y eso nos lleva a prediseñar una imagen de nuestra relación amorosa idílica y el topar con la realidad resulta un cúmulo de decepciones, porque no nos aman como creemos que deberían hacerlo. Pero, ¿quién dice cómo se debe amar? ¿Cómo se mide el amor? ¿Acaso la cantidad y la forma en que yo amo es la misma que me puede aportar mi pareja?

Pensad, por ejemplo, en las canciones de amor (realmente, la mayoría cantan al desamor). Si nos detenemos a analizar la letra, nos vende un amor enfermizo, dependiente, compulsivo, que no puede tener cabida en el marco de una relación sentimental sana. Que levante la mano la persona que no ha soñado alguna vez que la amen como en un bolero de Armando Manzanero, o que no ha llorado tras un desengaño amoroso al identificarse con el protagonista de una canción que asegura morir de amor. Ni somos princesas Disney, ni morimos de desamor. Una pareja es un extra plus, un collar o pañuelo que mejora el conjunto de ropa que llevamos puesto, pero que podríamos vernos bien igualmente sin él. Si una pareja da sentido a nuestra vida, ¿qué ocurre si desaparece? Ese miedo nos lleva a apegos y dependencias insanos y a buscar amores irreales.

Os dejo unos fragmentos de canciones que, seguramente, nunca habréis interpretado de este modo. Leedlos e imaginad que una persona os dice esas palabras y decidme si no pensaríais que se trata de un psicópata. ¿Amor o trastorno mental?»Las flechas de Cupido» no deberían matar: Si duele, no es amor.

Amaral nos canta

“Mi alma, mi cuerpo, mi voz, no sirven de nada
qué no daría yo por tener tu mirada,
por ser como siempre los dos
mientras todo cambia
porque yo sin ti no soy nada “

¿Recordáis a Albert Hammond?

“Dile al que te pregunte
Que no te quise,
Dile que te engañaba,
Que fui lo peor.

Échame a mí la culpa
De lo que pase,
Cúbrete tú la espalda
Con mi dolor.”

Armando Manzanero:

“Mía
aunque tú vayas por otro camino
y que jamás nos ayude el destino
nunca te olvides, sigue siendo mía
mía
aunque con otros contemples la noche
y de alegría hagas un derroche
nunca te olvides
sigues siendo mía
mía
porque jamás dejarás de nombrarme
y cuando duermas
habrás de soñarme
hasta tú misma dirás
que eres mía
mía”

¿Y Miguel Bosé?

“Que tu ausencia es mi dolor
Que yo sin tu amor me muero
Morir de amor
Despacio y en silencio sin saber…
Si todo lo que he dado te llegó a tiempo”

Vamos con Romeo Santos:

“No te asombres
Si una noche
Entro a tu cuarto y nuevamente te hago mía
Bien conoces
Mis errores
El egoísmo de ser dueño de tu vida
Eres mía (mía mía)
No te hagas la loca eso muy bien ya lo sabias

Si tú te casas
El día de tu boda
Le digo a tu esposo con risas
Que solo es prestada
La mujer que ama
Porque sigues siendo mía (mía)”

José Luis Perales:

“cuando estoy cerca de ti ya estoy contento
no quisiera que de nadie te acordaras
tengo celos hasta del pensamiento
que pueda recordarte a
otra persona amada

júrame
que aunque pase mucho tiempo
nunca olvidare el momento
en que yo te conocí

bésame
con un beso enamorado
como nadie me ha besado
desde el día en que nací

quiéreme, quiéreme hasta la locura
así sabrás la amargura
que estoy sufriendo por ti”

Yolanda Cambra

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