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La cincomarzada

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La cincomarzada

Diego Medina Ruiz.– En un intento general del movimiento carlista en el año 1838 de dar un nuevo impulso en su favor a la guerra civil se dispusieron la toma de varias ciudades y el día 5 de Marzo, el General Cabañero y un importante contingente carlista se encontraban frente a las puertas de Zaragoza con intención de hacerse con ella.

Los integrantes de las partidas carlistas eran reclutados de las zonas rurales, en donde el antiguo régimen y su modo de vida estaban más consolidadas desde siempre. En las ciudades, las clases populares tenían mucho más que perder con la pervivencia del absolutismo y en Zaragoza el movimiento carlista nunca arraigó.

Cabañero en un alarde de exceso de ego y confianza anunció que conquistaría la ciudad lo justo para tomarse el desayuno. La realidad fue que subestimó a los zaragozanos, tampoco reconoció el terreno ni sopesó las consecuencias de perder el factor sorpresa. Los habitantes de Zaragoza derrotaron y masacraron a los carlistas aquella jornada.

En primer lugar, aun vivían algunos en cuya memoria se guardaban amargos recuerdos de la guerra de la independencia y no se estaba dispuesto en ningún rincón de la ciudad a permitir paseos militares. En segundo lugar, convirtieron Zaragoza en una ratonera de la manera más rápida y sencilla valiéndose de la propia morfología de la ciudad y sus calles. Aprovechándose de su estrechez bloquearon las entradas y las salidas con muebles, colchones, carros, etc. rápidamente.

El enemigo quedaba encerrado e indefenso mientras sufría los ataques desde las ventanas y balcones. Así de este modo las tropas de Cabañero fueron literalmente masacradas. Tiempo después de la guerra, con el propio general dentro del Ejército Real, se le recordaba en Zaragoza con mofa el que “se le iba a enfriar el chocolate” debido a que entró en una ciudad que creía suya y tuvo que huir sin llegar a probar el desayuno.

Durante los siguientes años el Ayuntamiento declaró festiva la jornada para celebrar aquella victoria y el intitulado “Siempre Heroica” que concedió la reina Isabel II.

Los zaragozanos fueron tomando costumbre de salir extramuros a disfrutar del clima pre-primaveral y quedó consolidada como una tradición lúdico-festiva.

Durante la dictadura franquista fue prohibida, como otras tantas otras, por sus connotaciones anticarlistas pese a que el hecho de guardar fiesta y disfrutar del día había hecho olvidar la razón de la celebración.

Con el fin del régimen franquista y la llegada de la democracia, el alcalde de Zaragoza por entonces, D. Ramón Sainz de Varanda recuperó la fiesta.

Ocupando el parque Tío Jorge, peñas y grupos de amigos se comenzaron a juntar a almorzar y comer en un día de confraternización y divertimento según la tradición original. Sin embargo, en los albores de la democracia, las asociaciones vecinales, culturales y de trabajadores empezaron a emplear el día para pedir mejoras y equipamientos en sus barrios, dar a conocer sus actividades, reivindicar sus derechos como trabajadores, etc. de modo que la festividad del cinco de marzo terminó convertida en la fiesta popular lúdico-festiva pero a la vez reivindicativa que es hoy día y que todos conocemos.

Diego Medina Ruiz

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