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Cainitas

7-personas-siluetas-masculinas_318-51416Josian Pastor.- Defenestramos una lengua universal de comunicación como el español en favor de innumerables lenguas locales impuestas por decreto. Tenemos la clara intención de no entendernos, de alejarnos voluntariamente unos de otros. Y son mayoría los que callan por miedo o necedad.

Siempre hemos sido nuestro peor enemigo. Lo sabemos muy bien. Nos bastamos nosotros mismos para hacernos la vida imposible. Sabemos defenestrar nuestros lazos comunes, y airear los errores del contrario a los cuatro vientos. Somos expertos en sabotear nuestra hacienda y convertir a nuestro pueblo en esclavo.

Para hundir nuestras naves y quemar nuestras cosechas nunca hemos necesitado a nadie: ¡ni siquiera al imperio romano! Somos un país de apátridas, de héroes ninguneados. Parece que nos avergoncemos de ellos. Eso sí, nos gusta idolatrar a los de fuera. Con toda nuestra exacerbada pasión. Nuestros hijos, nacidos en el rencor a su país, se ven rodeados de extranjeros llamados a poblar nuestras tierras, las suyas en el futuro.

Extranjeros que no entienden a sus farsantes y caducos pobladores, moribundos de ensoñaciones y quema banderas. Hablamos y hablamos. Volvemos a hablar y nos quejamos. Sólo discutimos sabiendo que no vamos a llegar a ningún acuerdo. En España ya no quedan valientes.

Sólo políticos rencorosos con traje de Armani y cuentas bancarias en paraísos fiscales. Lo único que no cambia en España a lo largo de los siglos es ese maldito y oscuro interés que tiene su pueblo en autoaniquilarse cada pocos años. Pero, por alguna extraña razón; España, esa especie de prostituta con la que se acuestan todos sus pueblos, siempre consigue salir airosa.

Y yo me pregunto: ¿quién la reconstruye una y otra vez?… Pues nosotros, queridos amigos: Tú y yo. Los que vivimos al margen de su historia y sus políticos. Nosotros, los anónimos e invisibles ciudadanos de a pie. España se sostiene por nosotros, los pobres, los desheredados. Somos el hormigón de sus cimientos.

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