Fernando Gracia./ Es un comentario habitual comparar el cine de Koreeda con el del gran Yasujiro Ozu. El recurrir a temas relacionados con la familia, la afición por retratar la vida cotidiana en el hogar, la presencia de trenes, el movimiento de la ciudad al fondo del plano, son algunos detalles recurrentes en ambos directores, y sí podemos decir que en la nueva película que ahora nos llega, “Nuestra hermana pequeña”, son más evidentes que en las precedentes.
No obstante estas similitudes, opino que es un tanto excesivo comparar a este exitoso director con la soberbia carrera de Ozu, lo que no es obstáculo para poder considerarlo como un más que interesante realizador.
El leve argumento nos narra la relación entre tres hermanas con otra más pequeña, hija del mismo padre pero de la mujer que “rompió” el primer matrimonio. Al fallecer el progenitor, las primeras se llevan a la última a vivir con ellas y será esa figura ausente y su relación con cada de una de ellas el nudo central de la historia.
Todo ello adornado por pequeños detalles de la vida cotidiana, ya que les vemos continuamente comiendo, bebiendo, haciendo la compra o paseando. Hacía tiempo que no veía una película donde comieran tanto. Ni las francesas, que ya es decir.
Koreeda, además de su afición por mostrarnos sutiles historias de relaciones familiares, busca en todo momento la belleza plástica, y así nos obsequia con hermosas imágenes de los cerezos en flor, de senderos luminosos o de orillas del mar, siempre mecidos por una exquisita banda sonora.No faltará quien encuentre esto un punto cursi; lo dejo al criterio de cada cual.
Como es habitual en el cine oriental, el ritmo es pausado, que no lento. Lo que se nos cuenta vendría a ser una suerte de renovado neorrealismo, con su deseo de mostrarnos historias y comportamientos de la vida cotidiana, interpretadas de forma realista.
He creído advertir en algunos momentos unas leves pinceladas rohmerianas, quizá por el hecho de ser jóvenes sus bellas protagonistas.
Personalmente me impactó más la primera película que pude ver de este director, “Still walking”, algo así como “Caminando”, también sobre la familia y la ausencia de un ser querido. Quizá porque incluía una deriva dramática más impactante.
De la importancia de la figura paterna ya trató en la interesante “De tal palo, tal hijo”, título que se explica por sí solo. La faceta más poética la abordó en “Milagro”, algo que la que ahora nos ocupa apenas toca.
Dentro de la mediocre programación de esta semana, totalmente dominada por los superhéroes, es sin duda el título más interesante para el buen aficionado.
No estén pensando en Ozu y así lo disfrutarán más.
FERNANDO GRACIA