Gemma Ruiz.- Un libro, que además de transportarnos al mundo vinícola, nos lleva a una historia de amor, traiciones y secretos familiares. Será también como pasear por la Zaragoza de aquellos tiempos y de la zona de Cariñena. Se van a encontrar con la recreación de ese París bohemio, con Hemingway, Coco Chanel…
–De Valencia a Alemania, de Alemania a Valencia… Después se asentó en Zaragoza y de aquí a Cariñena… ¿por qué Cariñena para su novela?
Pues por una razón muy curiosa, para empezar se lo debo a mi marido. Él tenía el sueño de tener una casa en un pueblo, para relajarse del trabajo y del estrés y estuvo mirando casas por allí. Fuimos a ver la casa que nos compramos después, en Aguarón, y cuando empezamos a ir por allí, para arreglar la casa, empezamos a visitar bodegas, a pasear entre las viñas, a ver el paisaje de alrededor, que es muy bonito, me dijo mi marido «aquí tienes para una novela» y dije… «pues es verdad». Así que me empecé a documentar un poco sobre la zona, para tener una idea de su historia. Encontré cosas muy interesantes, como que a finales del siglo XIX, exportaron durante unos 20 años mucho vino a Francia, porque la filoxera, que es un bicho que se come la raíz de las viñas, destruyó la viñas francesas y recurrieron a varias zonas vinícolas de España, entre ellas Cariñena, para llevarse vino para la mezcla, el coupage que llaman.
-Entonces le vino como anillo al dedo para poder incluir París en esta historia…
La verdad es que me apetecía escribir algo ambientado en el París de los años 20, hacer esa mezcla, para contar ese contraste entre las dos culturas; la España rural de aquella época, de hace 90 años, y el París de aquellos tiempos, de los bohemios, de los artistas, de las locuras del charlestón, de las fiestas…
Y también me dio pie que todavía quedaran algunas relaciones comerciales con Francia en aquellos años.
–Hablando de los bohemios y de los artistas, el que también aparece en esta novela es Luis Buñuel…
Sí, la verdad es que hablando de esa época en París, no podía dejarme a un aragonés. Lo hice coincidir con Rodolfo, aunque luego, al documentarme bien sobre Buñuel, vi que la vida que yo le había impuesto a Rodolfo era muy parecida a la que llevó Buñuel. Pero me pareció muy interesante que se encontraran en el tiempo, aunque no fuesen de la misma edad.
-Y volviendo a Cariñena, hablábamos antes de que la idea de escribir una novela que se desarrollara en este entorno, había sido de su marido… Entonces, podemos decir que La casa de la Loma, la Ermita de San Cristobal, donde van tanto Rodolfo como Mariana a apartarse del mundo, y todos los lugares que se describen en el libro, son lugares reales…
Si, el paisaje es el paisaje que hay entre Cariñena y la sierra de Algairén. El pueblo de Aguarón está situado entre la sierra y Cariñena. Es muy bonito, está rodeado de viñas. La casa donde se supone que viven los Montero estaría situada entre Aguarón y Cariñena. Hay una especie de montículo que divide toda la llanura y a la otra parte se ve la sierra. Es un paisaje muy bonito, por eso situé allí la casa, ficticia, claro.
-¿Qué le transmite ese paisaje?
El paisaje es totalmente real y toda esa descripción de las viñas es un poco lo que yo he sentido y lo que siento, cuando paseo por allí cuando vamos en verano. Paseamos entre las viñas y sientes que esa tierra tiene fuerza, tiene como poder. Te da una sensación, por una parte, de sosiego porque en verano están las viñas muy verdes y, al mismo tiempo, de fuerza, de mucha fuerza, como el vino de garnacha, que es muy fuerte. Es un vino muy poderoso.
-La novela tiene un poco de todos los géneros, romántico, suspense – intriga…
Es que es un poco de todo. Esta es mi quinta novela y cuantas más novelas publico, más me doy cuenta de que no me centro en un sólo género. Aquí por ejemplo hay una historia de amor, también tiene un poco de intriga, suspense… _No voy a desvelar mucho, pero tiene su pequeña parte de intriga, que no es mucho, pero es un plus para la novela. También tiene su parte histórica como toda la ambientación de París en los años 20, la España rural y la Zaragoza de aquellos tiempos.
-De hecho, se nombran muchos lugares emblemáticos de la ciudad de Zaragoza, como por ejemplo, el café Ambos Mundos, que era considerado como uno de los cafés más grandes de Europa…
Sí, me empapé muchas bibliografías, recurrí a la hemeroteca del Heraldo de Aragón… También menciono lo que es ahora El Plata, el cabaret al que acude Rodolfo, el Gran Hotel de Europa, que era donde venía la créme de la créme. También aparece el Hotel Florida, la Plaza de la Constitución, que ahora es la Plaza de España… En definitiva, Zaragoza está también muy presente.
-Digamos que el título de la novela, ese jardín entre viñedos, guarda un secreto romántico…
Bueno, sí, (sonríe a la vez que piensa bien la respuesta). El título hace referencia a un jardín que es un escenario importante en la novela. Lo es, porque surgen muchas cosas de allí, pero no podemos desvelar nada más.
-Para finalizar, ¿cómo animaría a los lectores a leer su libro? ¿qué les diría que se van a encontrar?
Se van a encontrar de todo. Una historia de amor que creo que es muy bonita, muy potente. Será también como pasear por la Zaragoza de aquellos tiempos y de la zona de Cariñena. Se van a encontrar con la recreación de ese París bohemio, con Hemingway, Coco Chanel… Y lo que también van a descubrir es el mundo del vino, que casi es como un personaje más, porque tiene mucha importancia en la novela. El vino, las bodegas, los viñedos, la sierra de Algairén, toda esa tierra que comentaba antes, tan poderosa…
Gemma Ruiz