Diego Medina Ruiz.- Juan Montseny habla con su hija, la novel escritora, y su mujer y deciden volver a la lucha, la lucha real de un anarquista real, la que se hace con la palabra y no con las armas. Así pues, renace la Revista Blanca, la publicación que elaboraban y editaban Juan y Teresa antes y cuando nació Federica.
Para volver con una segunda época, la familia se recorrió el país buscando suscriptores, colaboradores y corresponsales entre los círculos anarquistas. Federica los acompaña y ante la imagen de la vida de las mujeres de la época surge en ella un feminismo muy profundo y personal. Empezaría con artículos y continuó con dos novelas. La primera, titulada “Victoria” y con posterioridad la continuación, llamada “El hijo de Clara”.
La dictadura de Primo de Rivera supuso control férreo de las publicaciones y la censura toma protagonismo. La Revista Blanca fue capeando el temporal como se pudo y saliendo a flote con cada vez más influencia en el mundo libertario. En ese momento fue cuando Urales y Salvador optan por hacer una línea editorial de pequeñas novelas y piden manuscritos a sus lectores.
Federica aprovecha la coyuntura para publicar “Victoria”. En ella se plasman las ideas feministas de Federica. Contraria al feminismo de la época, Federica alegaba que ya estaba bien de ser las esclavas de padres y maridos. Ya bastaba de conformarse con las migajas que los compañeros obreros masculinos les daban. La mujer debía ser independiente por completo e incluso renunciar al amor si ello mermaba su autonomía.
En efecto, en la novela, la protagonista decide renunciar al amor pero no así la autora porque con veinte años conoce al que sería su compañero de vida, José Esgleas, alias “Germinal”. Era un trabajador originario de Malgrat del Mar huérfano de padre y con una madre sobreprotectora que visitaba con frecuencia, como otros afines, a los Montseny. Para sufrimiento de Federica no mostró mucho interés en ella al principio y ella desesperaba.
Mientras tanto, dejaron el campo para volver a Barcelona a la calle Oliveras. Allí Federica disfruta del controvertido éxito lógico para la época de “Victoria” y prepara la segunda parte, “El hijo de Clara”. Además sigue con su formación en francés, asistiendo de oyente a la universidad y también a las conferencias de Teresa Claramunt, que la impactaron gratamente y por fin se atrevió a participar en las tertulias. Defendió con ahínco su posición en el tema del desarrollo de la mujer. Cada una tenía que ser responsable de sí misma y de su autonomía e independencia pese a que era consciente que tras años de sometimiento era una tarea ardua.
Mientras, muere Carmen, su tía pero para consuelo de Federica llega a la casa una niña recomendada por un viejo amigo de la familia para que reciba lecciones y sea educada lejos del monopolio eclesiástico. María Anguera, se convirtió desde entonces en la hermana que nunca tuvo.
En 1927 se constituye la Federación Anarquista Ibérica (FAI) y los Urales se habían mudado a las afueras. Allí continúan con la revista hasta que sin pretenderlo, quizás debido al éxito que estaban cosechando se enfrentan con la dirección de la CNT.
Se inicia una caza de brujas contra la revista y los Montseny que termina con Juan en la cárcel. Germinal no duda ni un segundo en emprender una campaña en defensa de sus amigos que lo llevan acompañando a Urales a la cárcel. Sin embargo saldrán pagando fianza cuatro meses después.
Comienza 1929 y los encuentros entre Federica y Germinal son cada vez más frecuentes y los paseos más largos.
Diego Medina Ruiz