Francisco Javier Aguirre.- El primer planteamiento de la pieza es si vivimos en un mundo de cuerdos o más bien en un ambiente dominado por la locura. Esta cuestión no va a quedar aclarada a lo largo de la obra. Se van a dar apuntes, se van a mostrar perspectivas, se van a insinuar posibilidades, pero la respuesta corresponde a cada uno de los partícipes en la función.
Y no son únicamente los dos protagonistas que se mueven en el escenario, a veces de forma caótica, sino también los espectadores que asisten atónitos a un proceso constructivo/destructivo cada vez más complejo, más arduo, más tenso, más airado, incluso más disparatado y nada convencional.
Uno de los elementos que oscurecen la situación es el lenguaje áspero y agresivo que emplean estos dos exploradores de la existencia. Exploradores en el interior y el exterior, porque la construcción metateatral de Mañas plantea esa doble proyección entre lo que uno piensa y lo que uno hace.
‘Dos Hombres (4’) muestra dos maneras de ser y de mirar al mundo. Dos hombres se convierten en otros dos porque utilizan su voz, su cuerpo, sus movimientos y hasta sus pensamientos para trasladarse a la mente y el corazón de otras personas. La tragedia nace cuando advierten que tanto en la situación real como en la situación ficticia del teatro se encuentran atrapados por una fórmula social e ideológica que ellos no han inventado, ni siquiera aceptado. Se esfuerzan en la escena para llegar a ser otras personas, incluso autolesionándose, pero el peso de la realidad gravita sobre ellos y no hay forma de escapar de la jaula opresiva.
Los procesos de construcción y destrucción van en paralelo. La desolación crece. Un lenguaje agrio, tenso, agresivo y excesivamente grosero da muestra de la desesperación que afecta a estos dos hombres que finalmente se duplican, lo cual explica el título de la obra.
Santiago Meléndez, el acreditado actor turolense, y el joven Jorge Puch se vuelcan en una interpretación dura, exigente, arriesgada y sumamente impactante. La obra deja en el aire amenazas, más internas que externas, sobre la viabilidad de la aceptación personal y de la convivencia interpersonal. La pregunta se cierne sobre la sala.
No en vano la compañía que ha puesto en escena la obra se llama Interrogante Teatro.
Francisco Javier Aguirre