Fernando Gracia./ Es conocida la habilidad del cine francés para producir películas de apariencia sencilla, de presupuestos nada desorbitados, que sin ser grandes creaciones cinematográficas ni pretender serlo, resultan francamente agradables al espectador a base de contar historias de apariencia sencilla, desarrolladas con buen gusto.
La que ahora llega a nuestras pantallas,«Le Souvenirs» (Los recuerdos), nos presenta a una entrañable señora mayor, viuda reciente, a la que deciden sus hijos ingresar en una residencia. Hasta ahí, nada especial. La primera parte del filme nos va presentando sus protagonistas, la citada señora, uno de sus hijos, la esposa de éste, el hijo de ambos, y como añadido un compañero del joven, que viene a ser el añadido cómico al guión.
Cuando la señora decide largarse de la residencia se desencadena la pequeña peripecia que ocupa el cuerpo central de la película, que va siempre a más hasta convertirse en hermosa y entrañable, sobre todo a partir de la preciosa secuencia de la vieja dama y el colegio en el que estudió cuando era pequeña.
No estamos ante un filme extraordinario, ni siquiera demasiado bueno, pero sí ante una bella película, lo que considero no es nada desdeñable.
El tono amable del filme, la bonhomía de algunos personajes, como el de ese joven protagonista que pienso es uno de los más positivos que he visto en los últimos meses, las hermosas canciones de fondo, todo ello unido a la ajustadísima actuación de un competente grupo de actores, hace que uno salga con una sonrisa de la sala, incluso agradecido por haber asistido a un filme tan entrañable, y por qué no decirlo, positivo.
El director, un desconocido por estos lares Jean Paul Rouve, adorna la película con un fácilmente reconocible aroma a Truffaut. Por si no quedara claro, emplea en un momento dado como música de fondo el maravilloso tema “Besos robados”, aunque no en la versión original del gran Charles Trenet.
El otrora cómico Michel Blanc vuelve a demostrar su eficacia y buen hacer, así como Chantal Lauby en el papel de su esposa, y sobre todo el joven Mathieu Spinosi, encantador en el bello rol que le ha tocado en suerte.
Capítulo aparte merece la presencia de la veterana Annie Cordy, una octogenaria de exitosa carrera a la que me ha hecho ilusión recordar que vi cuando era jovencito siendo la guapa partenaire de Luis Mariano en “El cantor de México”.
Una mujer que además de actuar desarrolló una carrera como cantante, y que interpreta uno de los temas de la banda sonora.
Seguramente la película pasará desapercibida por la cartelera, como tantas otras, pero opino no debería ser así, ya que tiene suficientes ingredientes como para gustar a quienes pretendan pasar un rato agradable, sin estridencias, incluso incitando a reflexionar.
Un buen ejemplo de cine modesto despachado con buen gusto.
FERNANDO GRACIA