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El ganso del gobernador

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El ganso del gobernador

Francisco Javier Aguirre.- Ha sido Alberto Castrillo-Ferrer quien ha trasladado la vieja historia a un nuevo formato, entre la farsa y el drama, que subtitula ‘Rapsodia libre y canalla’. Tres actores y dos músicos, que también ocasionalmente actúan como personajes de la obra, dan cuerpo a esta versión en la que se hace hincapié en algunos aspectos ridículos de la vida oficial, se fustiga la guerra y se aplauden los sentimientos humanitarios.

La trama sigue la línea de la conocida historia: una empleada del palacio del gobernador se hace cargo de un recién nacido que no es hijo suyo, para librarlo de los avatares del momento. La madre biológica, esposa del tirano, quiere recuperarlo tras la muerte de éste y entabla una porfía que dirime un juez. El niño será otorgado a la mujer generosa que lo cuidó en tiempos difíciles.

La fórmula dramática utilizada es un acierto porque da cauce a la creatividad, no solo interpretativa sino también musical. Sabido es que Bertolt Brecht contó con diferentes compositores, sobre todo con Paul Dessau, para añadir melodías alusivas a sus obras dramáticas. En este caso, el versionador y director de la pieza ha hecho lo mismo, encargando a Miguel Ángel Remiro una partitura acorde con la estructura del espectáculo que él mismo interpreta al piano. Acierto completo porque el músico aragonés ha conseguido imbricar los pentagramas con la acción, en la que esporádicamente participa, lo mismo que su compañero Daniel Francés, al violonchelo, el contrabajo y la guitarra.

En cuanto a los actores en sí, Pato Badián, Marcela Alba y Rafael Blanca, realizan una labor sorprendente, con un constante desdoblamiento de personajes a los que prestan su capacidad histriónica cuando es necesario. Entre los cinco consiguen que el público participe en la diversión, pero también en la reflexión. Hay episodios de gran comicidad, como el que refleja título del espectáculo, compensados con otros de enorme profundidad.

La contraposición de la avaricia, el egoísmo, la insolidaridad y la ingratitud que dominan gran parte de las relaciones humanas, con las virtudes que enaltecen a los seres generosos, desprendidos, solidarios y altruistas es una gran lección para la vida diaria.

Francisco Javier Aguirre

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