Fernando Gracia./ Es costumbre antigua mostrar unos avances publicitarios de las películas de inminente estreno. “Trailers” les llaman. En principio cabe pensar que la idea de los mismos es animar a los posibles espectadores para que en breve pasen por taquilla. Algunos de esos avances son inteligentes, apenas descubren nada y, en general, sí que estimulan a los buenos aficionados.
Pero en otros casos, y cada vez con más abundancia, se podría decir que casi cuentan media película. Deben pensar que cuanto menos se haga discurrir a la parroquia, mejor. Y uno de estos casos es el de la última obra de Iciar Bollain, “El olivo”, cuyo guión sería capaz de escribirlo un mediano aficionado con la sola visión de los fragmentos que muestra su “tráiler” oficial.
Como quiera que los que vamos habitualmente al cine hemos podido verlo unas cuantas veces en estas últimas semanas, a la hora de afrontar finalmente su visión apenas nos esperábamos sorpresas. Y debo decir que no me he equivocado.
La directora, que antes fue actriz –recordemos que debutó en “El sur”, de Erice- nos presenta un cuento de hadas, bonito, amable, salpicado de unas gotas ecológicas y de unas ligeras referencias a la crisis. Si han visto los avances, ya lo saben: joven pelín agreste muy unida a su abuelo aquejado de Alzheimer, que quiere recuperar un viejo olivo que perteneció a la familia.
La historia, una vez planteada, transcurre con suavidad, sin apenas sorpresas, eso sí entretenida como se supone que debe ser cualquier “road movie”, y rematada de forma facilona. Bien pensado, tampoco cabía esperar resolución mejor, a menos que se hubiera forzado la situación hasta límites que hubieran sido ridículos.
Bollain quedó marcada hace años –en todos aspectos- al participar en el rodaje de “Tierra y libertad” de Ken Loach. Rodaje que como sabrán transcurrió en buena parte por tierras aragonesas. En tales circunstancias conoció al guionista habitual del británico, Paul Laverty, y unió su vida profesional y personal a la del escritor.
La personal ha dado como fruto tres hijos, y la profesional un puñado de películas en las que es patente el estilo del guionista. Quien suscribe prefiere del currículo de la directora filmes como “Flores de otro mundo” o “Te doy mis ojos”, pero desde que el amor llegó a su vida sus películas van por otro lado.
En esta ocasión han despachado un producto que, según se vea la botella medio llena o medio vacía, puede calificarse de “bonito y amable” o de “buenista”, y ya saben que esta última calificación ha dado origen a pocas películas de auténtica calidad.
Resumiendo, que “El olivo” se ve sin apuro, sin grandes novedades, que tiene motivos suficientes para gustar a un público poco exigente, pero que de esta pareja de autores cabía esperar algo más. En su beneficio cabe añadir que la película no se alarga innecesariamente y que está bien interpretada
Javier Gutiérrez está tan solvente como acostumbra, en un papel sin la más mínima dificultad para un actor como él. La debutante Anna Castillo está más que correcta, y seguramente será nominada dentro de unos meses para el goya de actriz revelación. Pero a quién destacaría sería a Pep Ambrós, en el papel de enamorado de la protagonista, en una interpretación sutil e inteligente.
En suma, un producto hábil y poco ambicioso, de fácil visión y un tanto decepcionante para los aficionados que siguen –seguimos- la trayectoria de esta inteligente artista que es Iciar Bollain, de la que tan bien se ha hablado en estas últimas décadas y de la que tanto se esperaba… y se espera.
FERNANDO GRACIA