Ana G. Escobar.- La profesional ha ingresado en la Academia Iberoamericana de La Rábida con un discurso donde ha resumido sus últimas investigaciones en el ámbito de la Atención Primaria, un área en la que lleva trabajando más de 20 años y en la que ha iniciado ahora un ensayo clínico financiado en una convocatoria competitiva de investigación en salud.
Con su ingreso, la Academia reconoce la labor de la médico, investigadora y docente Valle Coronado, ha trabajado mucho en el ámbito de la Atención Primaria y que se ha labrado una dilatada trayectoria profesional gracias a su pasión y entrega al mundo de la sanidad pública. Una dedicación plenamente vocacional, pues desde que era una adolescente siempre supo que quería ser doctora. “Quizá me influyó un médico de mi pueblo, muy amigo de mi padre. Yo escuchaba atenta las historias que mi padre me contaba de él y empecé a admirar la Medicina a raíz de sus relatos”
Asimismo, en 2008 se doctoró en Medicina con sobresaliente cum laude por la tesis ‘Efectividad del tratamiento no farmacológico para el insomnio crónico de pacientes polimedicados’, obteniendo además una beca de la Sociedad Andaluza de Medicina de Familia y el primer premio Maese Alonso del Colegio de Médicos de Huelva aquel mismo año.
La doctora nacida en Cortegana (Huelva) trabaja como médico de familia titular del Consultorio de Ariño, en Teruel, y es también coordinadora del Centro de Salud de la localidad turolense de Andorra donde se ha trasladado para volver a la asistencia tras su paso por la gestión, lo que le ha permitido comenzar de nuevo a investigar en el ámbito de la Atención Primaria con una nueva línea de investigación en el campo de la bioética y las enfermedades crónicas e iniciar nuevos proyectos, como un estudio que se lleva a cabo en ocho Centros de Salud de Aragón y Andalucía sobre adecuación de la medicación en pacientes polimedicados utilizando la toma de decisiones compartidas con el paciente.
– Valle, ¿de qué trata la investigación que estás llevando a cabo actualmente?
Precisamente se trata de un proyecto sobre decisiones compartidas con el paciente. Como miembro del grupo de investigación de bioética de Aragón, se lo comenté a algunos de sus investigadores y les pareció una buena idea. Ahora estoy muy contenta porque nos han premiado el proyecto en una convocatoria a nivel nacional. Se trata de un ensayo clínico para determinar la efectividad del modelo de relación clínica basado en la toma de decisiones compartidas. El objetivo es analizar si la aplicación de esta nueva forma de relación clínica aumenta la seguridad de los pacientes en el uso de la medicación, de forma que se disminuyan los ingresos y la asistencia a urgencias por problemas relacionados con los medicamentos.
Hay un grupo intervención donde los profesionales utilizan una herramienta diseñada para tomar decisiones, y un grupo control que sigue la práctica clínica habitual. En suma, se trata de revisar la medicación de los pacientes, determinar que fármacos son inadecuados, hablar con el paciente y comunicar los problemas detectados, mostrar las alternativas disponibles y, después de proporcionar toda la información el paciente toma la decisión final integrando sus preferencias con la información científica. Tratamos de hacer partícipe al paciente en las decisiones sobre su proceso de enfermar, y luego analizamos si todo ello sirve para reducir las urgencias y los ingresos por el mal uso de los medicamentos.
– Además de éste, ¿tienes en Aragón otros proyectos?
Sí, con el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud, para el que estoy trabajando en la coordinación de un curso de gestión que forma parte del Programa Común complementario para Médicos Internos Residentes de toda la Comunidad de Aragón.
– Sobre todo esto que comentas has basado tu discurso de entrada en la Academia…
Sí, el discurso lo he orientado a la toma de decisiones compartidas, en la que se hace partícipe y más responsable al paciente en la elección sobre los aspectos que interesan a su enfermedad. Este es un modelo que comenzó a desarrollarse hace unos años en Estados. De esta forma de relación clínica se han hecho ya algunos estudios, existiendo también críticas al mismo como el tiempo que se precisa para su aplicación. Sin embargo, y a pesar de que esto es cierto, se ha comprobado que mejora la satisfacción de los pacientes, y lo más importante, que mejora los resultados en salud aumentando la responsabilidad de los pacientes para con su salud. En España han existido algunas experiencias en la toma de decisiones compartidas en determinadas enfermedades, como la diabetes y la osteoporosis, y se han hecho pequeños estudios que se están empezando a aplicar. Está llegando tímidamente, fundamentalmente movido por el cambio social.
– ¿Cómo por el cambio social?
Actualmente con la gran cantidad de información médica disponible a través de Internet, el paciente llega ya a la consulta más o menos “informado”. Aunque en ocasiones sus ideas son erróneas, les sirven para manifestar durante el acto clínico sus preferencias. Este cambio en el paciente obliga al profesional a adoptar una actitud diferente durante el encuentro clínico en el sentido de modular la información según las últimas evidencias científicas disponibles, lo que conlleva una actualización y formación continua. Dada la velocidad con la que se producen los cambios científicos, este va a ser una de las tareas principales de los profesionales de la salud en este siglo.
– Finalmente, ¿por qué decidiste entrar en la Academia Iberoamericana de La Rábida?
Hace años que tengo contacto con la Academia y conozco a muchos académicos. Una vez que comienzas a participar en los actos que se organizan con el objetivo de difundir a la sociedad las artes, las ciencias y las letras, vas implicándote cada vez más en su cometido. Esto me llevó a una propuesta por parte de la Junta General que en junio de 2015 decidió por mayoría mi ingreso. Es para mí un honor poder formar parte de la Academia, participar de sus nobles tareas y compartir con todos los académicos la pasión por la cultura.
¡Muchas gracias Valle y enhorabuena