Gemma Ruiz.-Andrés, asegura que no cumple ninguno de los tres prototipos de escritor que la gente tenemos acerca de ellos; no tiene manías, no es un bohemio, ni vive atormentado. Descubramos al autor y a su nueva novela.
-¿Los dioses están cansados?
Bueno, yo creo que sí. De hecho los dioses cansados es una metáfora, con la que no revelo nada importante de la trama si te digo que el protagonista, el inspector Nicolás Gallardo, yo lo llamo Nico Gallardo porque ya tengo cierta confianza con él y me lo puedo permitir (dice mientras sonríe), piensa en algún momento de la novela que si hay un Dios, que si los dioses existen, a estas alturas deben estar ya cansados de los hombres y por eso ya miran para otro lado. Es un poco el pretexto del título, la metáfora que acaba dándole sentido a la novela.
– Los personajes de esta novela, al final parece que todos intentan también mirar hacia otro lado, intentando pasar página de su pasado… ¿estos personajes están también cansados?
(Duda un poco) Yo creo que sí, pero eso no quiere decir que estén resignados, de hecho, el inspector Nico Gallardo vuelve a Sevilla sobre todo para arreglar su vida personal, vuelve para encontrarse así mismo.
Creo que reflexiona en algún momento de la novela diciéndose que ningún lugar está lo bastante lejos como para huir de ti mismo. Y yo creo que eso es una muestra de alguien que acepta que hay que seguir luchando a pesar de lo cansado que estés.
– Se habla también en la novela de la crisis, del estallido de la burbuja inmobiliaria, ¿cree que la novela es un fiel reflejo de cómo afecta al ciudadano?
(Se echa a reír y me pide que no le trate de usted)
Puede que sí y puede que no. La novela lo que tiene es mi mirada. A mí, como escritor, me apetecía y me interesaba mucho. Yo creo que a la mayoría de los escritores, en algún momento dado, les apetece tomarle un pulso a la realidad, al mundo en el que viven.
Por ejemplo, otras novelas mías suceden en épocas pasadas, otras también en esta época, pero me apetecía, especialmente, contar todo lo que ha pasado, la burbuja inmobiliaria, la crisis que ha venido después, el mundo de crisis en el que nos hemos instalado, que parece que se va a quedar para siempre.
Al final, la mirada del inspector Gallardo es la mía. Yo no soy Nico Gallardo, pero sí comparto mi mirada. Mi mirada puede ser certera o errónea, pero es la mía, pero, de algún modo, creo que sí que la van a compartir muchos lectores porque, al final, la literatura es un reflejo de la vida.
– ¿Hay algo de Andrés Pérez en Nico Gallardo?
Si (y sonríe). Hay un juego meta-literario muy divertido, que el lector piensa que yo soy Nico Gallardo. Yo no soy Nico Gallardo, pero es verdad que Nico Gallardo tiene muchas cosas mías y tiene mi mirada sobre muchas cosas. Nico Gallardo es mucho más valiente, mucho más inteligente que yo, pero compartimos muchas cosas; tenemos la misma edad, los dos nacimos en Sevilla… Obviamente, es normal, lo asumo, e incluso me divierte que el lector lo identifique.
– Te has estado documentando con policías en una jefatura, ¿cómo ha sido convivir con ellos?
Es muy interesante. Eso era un elemento, un detalle a tratar de una manera muy seria en la novela, porque cuando escribes una novela cuyo protagonista es un inspector de homicidios, donde buena parte de las escenas se desarrollan en dependencias policiales y tiene que ver con el trabajo policial, aunque no sea del todo una novela policíaca, de hecho, (hace un inciso), mi editora dice que es una “falsa novela policíaca”. Yo estoy de acuerdo porque es muchísimo más que eso, policíaco es una excusa, nada más, para contar esto.
Pero cuando escribes una novela con un protagonista que es inspector de homicidios, como te descuides, acabas copiándote de series americanas, o las novelas negras, cayendo en géneros que, a mí, no me gustan nada. Yo no quiero que el lector piense que esto es un documental o un ensayo, entonces, aunque sólo se vea la punta del iceberg, para mí era muy importante ver cómo trabajaban en realidad. Además, tengo la suerte de que conozco a algunos policías, a otros los he ido conociendo y me han ido abriendo muchas puertas. He podido estar con los de homicidios, con los de científica y su día a día es muy diferente de lo que la gente puede pensar. Todos imaginamos persecuciones, la mayoría no han sacado su arma en todos los años que llevan de servicio, es un trabajo muy difícil, muy complicado, que si ya le tenía respeto antes, ahora le tengo muchísimo más.
– Esos amigos policías, tanto los viejos amigos, como los nuevos, ¿han leído ya la novela?
Sí, yo creo que es de bien nacido ser agradecido, así que a muchos policías de los que me han ayudado, les he regalado un libro dedicado, creo que es mi obligación. Algunos de ellos sí que han hecho llegar su opinión. De hecho, la novela está dedicada a un policía ya retirado, que es amigo mío, que es Miguel Sánchez Sobrino, que leyó la novela en el manuscrito, mucho antes de publicarse.
Para mí es muy importante que alguien que ha trabajado en las mismas dependencias donde se desarrolla la novela, en la misma Jefatura Superior de Andalucía Occidental, de Sevilla, que me diera el beneplácito , por decirlo de alguna forma, de que todo iba bien.
– Entiendo que se aprende mucho también…
Se aprende muchísimo. Yo digo siempre que escribir una novela es como hacer un máster porque es muy enriquecedor. Con esta novela he aprendido muchísimo sobre los policías, en otra que escribí hace ya 10 años que es El Factor Einstein, aprendí un montón sobre física, que me pareció fascinante. La verdad es que me proporciona seguridad a la hora de escribir.
cuando me siento a escribir una novela, lo que quiero es que sea buena
– Ha dicho antes, que su editora califica el libro como “falsa novela policiaca”, también he leído que a usted no le gustaba que se clasifiquen por géneros sus novelas…
No tengo nada en contra de la clasificación por géneros, pero prefiero que no se clasifiquen, yo cuando me siento a escribir una novela, lo que quiero es que sea buena. Yo siempre digo que hay tres clases de géneros; novelas buenas, novelas malas o regulares. Como una vez dijo Juan Madrid, que me parece que es una definición la mar de acertada, “sólo hay dos tipos de novelas, las que se venden solas y las que no se venden”.
Escribir un libro es un poco como la vida, tener las cosas claras y también improvisar porque luego las cosas nunca suceden como tú quieres.
– Hablando de cuando se sienta a escribir… su novela tiene muchos personajes y vemos cómo todos ellos, al final, tienen un nexo en común. Algo que me ha llamado a mi mucho siempre la atención, cuando se sienta a escribir, ¿ya lo tiene todo pensado?
(me corta la pregunta y me dice: “me sigues llamando de usted” y sonríe. Le comento, haciéndole un guiño a su novela, que me está pasando como al ayudante del inspector Gallardo y se ríe. Insiste en que le tutee). Continuamos la conversación…
Un gran personaje también el ayudante de Gallardo, me dice.
Repito la pregunta (ya tuteándole, claro… ) Vemos que, al final, todos los personajes acaban teniendo algo en común, esto a la hora de ponerse a escribir, ¿lo tienes ya pensado o se va perfilando conforme se van desarrollando los personajes?
Las dos cosas. Yo hay dos cosas que trabajo mucho cuando me pongo a escribir; una es la carpintería, la estructura, le doy muchas vueltas porque me gusta que no sea lineal, que dé saltos en el tiempo, que sorprenda al lector de alguna forma. Luego, trabajo mucho la caracterización de los personajes, me gusta que tengan muchas aristas, puntos oscuros. El propio Nico Gallardo, a pesar de ser un tío honesto, un buen policía, tiene un par de puntos oscuros en su biografía que le hacen, yo creo, incluso más atractivo para los lectores. El personaje de Benito Ferreira, que es un solucionador, el hombre para todo, un empresario sin escrúpulos y luego, es un padre de familia espléndido, es un tío que tiene problemas y eso lo hace también muy atractivo para el lector. Nadie es perfecto, nadie es ni del todo bueno, ni del todo malo.
Yo planifico mucho antes de escribir, procuro tener claro a dónde quiero llegar, pero sí que es verdad que, al mismo tiempo, dejo mucho espacio para la improvisación. Cuando empiezas a escribir una novela, no desde el primer párrafo, sino desde la primera línea, la misma novela te va llevando por unos caminos que tú no tenías previstos y eso es muy bonito para el lector y es mucho más divertido también. Es un poco como la vida, tener las cosas claras y también improvisar porque luego las cosas nunca suceden como tú quieres.
– He leído en la biografía de tu blog que, cuando empezaste a escribir, algunos te trataban de loco, otros de valiente… Después de tantas novelas y de tantos premios recibidos, ¿cómo te definirías tú ahora?
Bueno, yo me considero un escritor, pero lo digo con la boca pequeña porque yo a la palabra escritor le tengo mucho respeto. Hay muchos escritores a los que admiro y son escritores con mayúsculas y son a los que considero escritor de verdad. Obviamente, me dedico a escribir, pero todavía hoy, y llevo muchos años viviendo de la literatura, cuando tengo que rellenar un formulario o me preguntan por mi profesión, me da apuro poner la palabra escritor. Será que no vengo de familia de escritores. Siempre digo con mucho orgullo que mis abuelos eran analfabetos. Alguna vez lo he contado, que si yo hubiese dicho en mi familia que iba a ser astronauta, les hubiera resultado menos raro que decirles que iba a ser escritor, yo no había visto a un escritor en mi vida, para mí era un mundo completamente ajeno.
– Entonces… ¿te consideramos un loco o un valiente?
Pues no sé si un loco o un valiente, la verdad. ¿Sabes qué pasa? Que afirmar que soy una de esas dos cosas sería mitificar un poco el oficio de escritor y eso, siempre tiendo a desmitificarlo. Yo siempre digo que lo más divertido de mi trabajo es que puedes trabajar descalzo.
La novela ha sido publicada por la editorial Alianza, en su colección de narrativa, lo cual presume su autor ya que “me llena de orgullo el tratamiento que le ha dado la editorial a esta novela que, en realidad, es como yo quería que la viera el lector, yo no quería que se quedara solamente con la historia policíaca”, concluye Andrés Pérez Dominguez.
Tras 6 novelas, 3 novelas cortas y 2 libros de cuentos, Andrés nos presenta Los dioses cansados. El sevillano, al que le gusta romper con los prototipos, ha desarrollado la novela en su Sevilla natal para presentarla de forma diferente a la que la suelen presentar aquellos que no son de allí y escriben algo sobre la ciudad, “ya no sólo es Sevilla, la novela sucede entre junio y julio, cuando el calor empieza a apretar, eso también está deliberado, yo quería que eso reflejara un poco el agobio del protagonista, la angustia que está viviendo… por todo, por su vida personal, por el caso que está investigando, por el calor que le agobia, la opresión que siente con sus compañeros… Yo creo que todo eso influye en la atmósfera de la novela”, aclara el autor de la novela.