Rafael Castillejo.- En el año 1963, cuando todavía no conocíamos a la simpática Cleo y sus divertidos hermanos y trataron de explicar a los menores de 7 años que eso de la vacuna consistía en introducir en el cuerpo unos «microbios de la enfermedad, vivos y coleando», más de uno salió corriendo a toda velocidad.
Poco después, cuando se supo que aquella vacuna contra la polio no la administraban con aguja y jeringa, sino con un dulce terrón de azúcar, el miedo remitió. Al final, la llegada aquel día a nuestra escuela de los encargados de administrar la correspondiente dosis, casi se convirtió en una fiesta. En aquel tiempo, cualquier cosa que nos sacara de la rutina diaria era motivo de jolgorio para la población infantil.
Algo más tarde, como decía al principio, la Familia Telerín animaba al personal a vacunarse contra enfermedades detectadas hasta entonces como seria amenaza. No siempre fueron por vía oral pero… ¡los valientes no lloran! (decíamos). Como he comentado alguna vez, más que el dolor del pinchazo, era el rito de esterilización de agujas y jeringas que se llevaba a cabo en aquellos años lo que realmente producía pavor entre la gente menuda.
No obstante, como puede que a alguien interese más la entrañable imagen de los telerines que mi texto, recordaré que estos personajes fueron creados en el año 1964 por José Luis Moro Escalona, gran dibujante español fallecido en enero de 2015.
Rafael Castillejo
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