Jesús Rivilla.– No existe ámbito donde la actitud no sea determinante. ¿Quién se atreve a ponerlo en duda? No seré yo quien lo haga. La ciencia, de hecho, ha constatado ampliamente su importancia. Por citar dos casos prácticos, existe evidencia del alto impacto que tienen las habilidades emocionales, el grado de optimismo y la personalidad en la superación de una enfermedad o la recuperación de una lesión. Pero de ahí a que lo hayamos convertido en el único factor de éxito – obviando al resto – media un abismo.
Mensaje a los HIPERMOTIVADOS: la actitud NUNCA es suficiente
Sí, esto va para ti que tienes muy buenas intenciones pero nula idea de cómo hacer lo que quieres hacer; a ti que pones muchas ganas en hacerlo pero no inviertes en aprender a hacer las cosas bien; a ti que te lanzas enseguida a dar consejos con el único conocimiento de tu escasa práctica y no quieres oír hablar de formarte y dejarte asesorar por expertos. Para ti y toda tu tribu va este mensaje, se que sois muchos pero me da igual:
LA ACTITUD NO ES – Y NUNCA SERÁ – SUFICIENTE
La actitud es necesaria pero no suficiente, es condición sine qua non para el éxito, pero requiere de aptitud, de competencia, de saber hacer. Es de cajón, imagínate a un eléctrico intentando operar a un paciente o a un médico intentando arreglar una lavadora. Eso sí: ¡Hipermotivados! Su actitud no evitará que fracasen ¡La liarán parda! Se trata de un principio de competencia profesional venido muy a menos en los últimos años: si no sabes, no toques.
Hacer algo de deporte es aconsejable en vacaciones.
Para aconsejar primero hay que saber.
¿Oíste? Es a ti, al hipermotivado/a que por casualidad está leyendo esto: SI NO SABES, NO LO HAGAS. SI NO ERES EXPERTO, NO ACONSEJES.
TUS BUENAS INTENCIONES TE CONVIERTEN EN UN PELIGRO
TUS CONSEJOS DE “INEXPERTO” NO AYUDAN, SINO QUE PERJUDICAN
Es un principio que aplica tantos ámbitos que hoy quiero dejar que tu criterio personal piense en los ejemplos prácticos: educación, gestión de conflictos, liderazgo, alimentación, entrenamiento, comunicación,… tu mismo/a.
Lo cierto es que mires donde mires constatas la exaltación desmesurada de la actitud, quedando en un segundo plano – a veces ni eso – el conocimiento, la importancia de hacer las cosas bien, de formarte, de dejarte asesorar por expertos.
La industria, la mercadotecnia, las redes sociales, los “gurús” de la autoayuda, los entrenadores-deportistas “adictos al nuevo reto”… nos han taladrado tanto con el “hacer”, con el “ponte en marcha ya”, con “lo importante es que empieces”, que nos hemos convertido en el Homo faber: el hombre que hace.
NUNCA HUBO UNA SOCIEDAD QUE HICIERA MÁS COSAS QUE LA NUESTRA PERO… ¿LAS HACEMOS MEJOR?
¡Detente un momento! Piensa lo que quieres hacer, decídelo sin prisas, no te dejes llevar por las modas ni la presión social de amigos, familia,… guíate por tus principios, por tus inquietudes reales. Ahora que ya sabes lo que quieres ¡APRENDE! Sí, aprende a hacerlo, habla con expertos, fórmate. Eso también requiere actitud.
¡RECONCÍLIATE CON EL HOMO SAPIENS QUE LLEVAS DENTRO!
El Homo sapiens que piensa y reflexiona antes de hacer las cosas; que tiene enormes ganas de conocimiento, que desea saber cómo hacerlo bien – no le basta con hacer – y gracias a eso, APTITUD + ACTITUD tiene éxito.
Prometo volver a tratar este tema situándolo en contextos específicos como el entrenamiento o la nutrición, donde esta situación genera consecuencias terribles para la salud. Por tanto, continuará…