Mayte Vílchez.- Considero que es una emoción en la que no se suele profundizar por ser tratada a veces como negativa. Sin embargo, el miedo tiene una gran importancia, ya que es capaz de limitarnos enormemente. Todos hemos tenido miedo a algo o a alguien en algún momento: miedo a un familiar, al fracaso, a que tu pareja te deje, a viajar en avión, a las arañas, a que te ataquen mientras estás en tu casa, a la muerte, a sufrir, a perder el trabajo, a no ser querido… el tema es que, cuando nos obsesionamos con algo que puede llegar a pasar y que aún no ha pasado, perdemos de vista todos los propósitos que tenemos por delante, con miedo no somos capaces de desarrollar todo nuestro potencial, a veces no podemos cumplir sueños, ni siquiera imaginarlos.
El miedo se refleja exteriormente en nuestra expresión corporal; sequedad de boca, fatiga, temblores incontrolables, mareos, palpitaciones, transpiración, aceleración del pulso… sin embargo también se refleja interiormente, paralizándonos, intrigándonos, sugestionándonos, limitándonos en nuestras decisiones. En mi caso, cuando trabajo con personas que buscan un empleo o con emprendedores, puedo percibir los miedos que sienten y que les limitan, los profesionales que nos dedicamos a acompañar a las personas en su búsqueda activa de empleo o en el desarrollo de su plan de viabilidad empresarial, debemos tener la habilidad necesaria para hacer que aquellas personas que llegan a nosotros con un sueño, con un objetivo claro, mantengan la confianza y seguridad en ellos mismos y no queden paralizados por la emoción del miedo; miedo al qué dirán, a estar poco preparado, a no ser capaces, a la situación económica, social o laboral del país…
Como persona y como profesional suscribo las palabras de Nelson Mandela: “Nuestro miedo más profundo es saber que somos poderosos más allá de toda medida. Todos podemos brillar, tal y como lo hacen los niños. Y cuando permitimos que nuestra propia luz brille, inconscientemente damos oportunidad a otras personas para hacer lo mismo. Conforme nos vamos liberando de nuestros miedos, nuestra presencia libera a otros automáticamente”
Basándome en Nelson Mandela, considero de gran importancia trabajar para liberarnos de nuestros miedos, utilizar herramientas para conseguir brillar y vivir desde la excelencia.
Marian Gil, coach zaragozana, en su curso online sobre miedos y creencias que te frenan, http://www.crecimientocomoactitud.com/curso-miedos-y-creencias-que-te-frenan/ define el miedo como: una emoción que nos permite desarrollar y buscar recursos internos para abordar las situaciones que tenemos que afrontar.
La emoción del miedo nos informa que tenemos inseguridad o nos faltan recursos ante algún acontecimiento, también nos informa de un peligro. Nos informa de la desproporción que hay entre la magnitud de la amenaza y los recursos que tenemos para afrontarla. Hay que analizar si la amenaza que sentimos es tan real y tan enorme como creemos y si tenemos los recursos suficientes para afrontarlo o no.
Los miedos que en muchas ocasiones no forman parte de la realidad sino que son fruto de nuestros pensamientos, de nuestras experiencias… se pueden generar a través del tiempo.
El miedo hacia el futuro, como dice la coach Marian Gil, si nos anticipamos a sucesos futuros, es más difícil de manejar porque la emoción funciona a “capricho” del pensamiento. Es importante el poder anticipar y ensayar la respuesta ante el miedo, por ejemplo el miedo a la pérdida de empleo, si nos anticipamos, es posible que desarrollemos nuestras capacidades a tiempo, para entrar en la acción de la búsqueda de uno nuevo.
Para trabajar el miedo Stephen Covey, nos dice que debemos diferenciar entre “círculo de preocupación” y “círculo de influencia”. El primero hace referencia a todas nuestras preocupaciones, al margen de que tengamos control real sobre ellas o no (son en muchos casos miedos imaginarios). Mientras que el círculo de influencia se refiere a todas aquellas preocupaciones sobre las que sí podemos hacer algo. Las personas proactivas y empoderadas se ocupan de su círculo de influencia, son conscientes de la pérdida de energía y el desgaste emocional que supondría ocuparse y tener en cuenta el círculo de preocupación, sobre el que no pueden hacer nada.
Todos hemos experimentado miedo y es algo normal. Si lo entendemos como una buena señal, positiva, de protección, que nos ponga en la acción… si por el contrario esta emoción se dirige hacía un objeto sin fundamento entonces se transforma en irracional, persistente, inmoviliza, es en este momento cuando comienza a ser tóxico y es preciso controlarlo, hay que aprender a gestionarlo, porque si no superamos el miedo, nos puede acompañar a lo largo de toda nuestra vida.
Bernardo Stamateas en su libro “Emociones tóxicas”, nos dice algo que me ha parecido muy interesante y me he permitido copiar literalmente: Tú tienes el poder de frenar el círculo tan dañino del miedo. Usa tu imaginación de manera positiva, para visualizar aquellas cosas que quieres lograr en tu vida. Haz de ella un aliado, y no un enemigo que te convierta en esclavo del miedo. No alimentes tus miedos con pensamientos que te paralicen. Por el contrario, aliméntate de pensamientos sanos, positivos, de esperanza, de alegría. Deshazte de todo mal recuerdo del pasado y decídete a vivir en el presente de tal manera que seas capaz de crear buenos recuerdos para el futuro. Así como pienses, serás, y terminarás actuando de esa forma. Y recuerda que nos convertimos en aquello en que pensamos la mayor parte del tiempo. ¡Somos lo que pensamos que somos! Elige pensarte como una persona libre de todo temor.
En coaching se utiliza mucho lo que llaman preguntas poderosas, en este caso unas preguntas para trabajar los miedos podrían ser:
¿Qué es lo peor que te puede pasar?
¿El miedo que te está frenando es real o se trata solo de una fantasía?
Mario Alonso Puig, en su libro “Ahora, Yo”, propone dos estrategias para superar los miedos:
-La aceptación: ocurre cuando tenemos miedo por ejemplo a la crítica, a desilusionar a otros, al que dirán. La resolución ante este miedo es tomar la posición de una persona que está observando desde fuera, como si estuvieras viendo una película y tu fueras el protagonista, prestando atención a la respiración, nerviosismo… Este distanciamiento es esencial para evitar quedar cautivos de muchas reacciones emocionales que nos generan un enorme sufrimiento y no nos aporta nada valioso.
-Saber gestionar la respiración: es esencial respirar tranquilo cuando el miedo nos captura ya que si sentimos con mucha fuerza la emoción del miedo dejamos de respirar o respiramos muy deprisa. Si la respiración es consciente y se enfoca en ello, no hay manera que el miedo tenga tanta potencia en nosotros.
Personalmente no me gusta sentir miedo y lo he sentido en varias ocasiones, aún hoy, hay algunos miedos en mi cabeza.
Termino con una frase para la reflexión: “Soy viejo y he conocido innumerables desdichas, pero la mayoría nunca sucedieron” Mark Twain
Articulo de Mayte Vílchez en La Ruta del Empleo