Fernando Gracia. / Tras ganar en San Sebastián el premio al “cine en construcción” se pudo concluir “Magallanes”, la película peruana que ahora llega a nuestras pantallas tras pasar por el festival donostiarra y estar nominada a los premios goya como película iberoamericana.
Magallanes no es sino el nombre de un modesto taxista, que está contratado para sacar a pasear a su antiguo jefe militar, un coronel aquejado de Alzheimer postrado en una silla de ruedas. En uno de sus servicios reconoce a una mujer que se monta en el coche, la sigue, conoce su situación y elucubra un plan que acaba siendo el núcleo central de la trama.
Narrada en forma de thriller con trasfondo político, la película mantiene la atención del espectador en todo momento, a base de intercalar la propia acción con pequeños detalles que ayudan a comprender las circunstancias personales de los protagonistas.
Estos están muy mediatizados por el conflicto entre Sendero Luminoso y las fuerzas gubernamentales, aunque apenas se oiga el nombre del conocido movimiento revolucionario. El guión filtra con inteligencia la corriente de olvido que ha adoptado el país, con la evidente metáfora de ese personaje que ha perdido la memoria, encarnado por el gran Federico Luppi.
Estamos ante un filme modesto como producción, rodado en las calles de una Lima que en cierta forma se convierte en una protagonista más, una ciudad retratada de forma poco turística, cargado de intencionalidad política, bien desarrollado y correctamente resuelto.
Lo firma Salvador del Solar, debutante en estas lides, y acompañan a Luppi un actor muy conocido en Perú como es Damián Alcázar y la más conocida para nosotros Magaly Solier. La podemos recordar en la premiada película “La teta asustada”, amén de en un par de producciones españolas, como “Amador” y “Blackthorn”. Todos ellos cumplen a la perfección e incluso se les entiende bastante bien, lo que no ocurre con algún otro personaje.
No abundan precisamente las películas peruanas que llegan a nuestro país, a pesar de que las noticias dicen que esa cinematografía se encuentra en un momento interesante. Pienso que estamos ante una buena ocasión para degustar de una interesante muestra.
No piensen los posibles espectadores que van a contemplar una película extraña o complicada. Nada más lejos. No se necesita estar muy informado de las circunstancias históricas para degustarla, aunque evidentemente ese conocimiento ayuda a valorarla más.
FERNANDO GRACIA