Fernando Gracia./ Algunas buenas críticas que le precedían me han llevado a ver “Dos tipos buenos”, a pesar de que los avances publicitarios me predisponían a lo contrario, ante la perspectiva de una nueva película de colegas, lo que los americanos llaman una “buddymovie”.
Y qué verdad acostumbra ser que no hay que acercarse a las salas con demasiadas expectativas, porque lo que el director Shane Black nos presenta no me ha parecido mucho más que un batiburrillo argumental con ciertas ínfulas, entretenido sin más siempre y cuando se deje uno llevar y se trague todo lo que allí se propone.
El asunto parece ir de la búsqueda de una muchacha que ha participado en una película porno, ambientado a finales de los setenta en Los Ángeles. Los encargados del caso, al que llegan por diferentes y algo confusos caminos son un matón especialista en pegar palizas por cuenta ajena y un detective privado que le da a fondo a la bebida y tiene una hija de 13 años. Como novedad, que el detective no está divorciado sino que se quedó viudo.
Debo confesar que a los veinte minutos más o menos me he desenganchado de la línea argumental, dejándome llevar a la espera de lo que se le fueran ocurriendo a los autores. Y así han llegado unas cuantas conversaciones más o menos ingeniosas y tiros, muchos tiros. La trama se ha ido adentrando en los terrenos del tebeo y las frases no han llegado al ingenio de las películas de Tarantino, pero entre unas y otras cosas se ha pasado el rato.
Como guinda final el guion aborda el tema de la corrupción y a veces hasta remite a títulos como “Chinatown”, pero no se hagan ilusiones, que la película de la que estamos hablando se mueve por los terrenos de la comedia, sin que falten trompazos y puñetazos supuestamente divertidos, más cerca de lo que ellos pretenden de los títulos de la serie Trinidad que otra cosa.
Seguramente iré contra la opinión de muchos, pero ya se sabe que sobre gustos no hay disputas. Y quien suscribe ha visto en su vida 
muchas comedias de acción, muchas películas superficiales –no tengo nada contra ellas- y la presente dista mucho de ciertos títulos de los sesenta o los setenta. Como “Charada”, por decir uno que me viene ahora a la mente. Por cierto, despachada en su momento por muchos sesudos como “americanada”.
RyanGossling y Russel Crowe defienden con oficio sus papeles, que no añadirán nada a sus carreras salvo los dólares que hayan cobrado. Como curiosidad, apuntar que aparece en un breve papel Kim Bassinger, que hace tiempo padece esa crisis que afecta a las estrellas de cine cuando alcanzan “cierta edad”.
Como parodia del cine de los setenta, lo que tampoco tengo claro haya sido el objetivo, la cosa no llega demasiado lejos. Como cine palomitero un poco por encima de otras muchas quizá pueda pasar. Como una película de calidad, para mi gusto no. Simplemente me ha parecido un título más para pasar el rato, de consumo rápido y olvido aún más rápido.
FERNANDO GRACIA