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Capitán Kóblic (Vuelos asesinos)

Fernando Gracia./  La presencia de Ricardo Darín en un reparto suele resultar un buen reclamo para la taquilla. El actor argentino se ha ganado el respeto y con frecuencia la admiración de los aficionados y sus películas no acostumbran a pasar desapercibidas.

En este “Capitán Kóblic” que ahora nos llega vuelve a ser el mayor atractivo y con toda seguridad el motivo por el que la sala mostraba una buena asistencia de público en la sesión a la que acudí.

El realizador, Sebastian Borenzstein, que ya le había dirigido en la exitosa “Un cuento chino”, narra la peripecia de un oficial de la Armada que se niega a seguir pilotando aviones en los llamados “vuelos de la muerte” con los que la dictadura argentina se deshacía de presos políticos en los años más duros de la misma.

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Capitán Kóblic (Vuelos asesinos) .

El piloto se refugia en un lugar perdido del campo, una especie de poblado de películas del oeste, donde rige la ley que impone un corrupto comisario, excelentemente interpretado por Oscar Martínez, visto recientemente en “Paulina”.

Con un correcto guion que se mueve entre el thriller y el western, siendo en el fondo una historia de amor a primera vista, la película funciona correctamente a base de acumular pequeños detalles con los que componer no solo la historia sino la situación del país en koblic-cartel1aquellos años setenta. El director no apura ninguna secuencia, sirviéndose con buen oficio de la elipsis para hacer avanzar la historia sin necesidad de dar prolijas explicaciones.

No se espere, no obstante, un estudio en profundidad sobre aquellos años oprobiosos. La dictadura es el paisaje de fondo para la historia y los torvos personajes que la transitan resultan ser una suerte de ejemplo de los que controlaron el país.

Ricardo Darín defiende su papel con el oficio que le caracteriza y se muestra sobrio y eficaz. Le acompaña la española Inma Cuesta, la reciente “novia” de nuestra Paula Ortiz, que defiende un rol del que se dan pocas explicaciones aunque resultan suficientes para adivinar un siniestro pasado que justifica su penoso presente.

La profundidad de la mirada de la andaluza le permite hacer creíble la pasión que despierta en el personaje del aviador.

No estamos ante un filme extraordinario pero sí muy interesante, bien medido y mejor representado, que no desmerece de los buenos productos que nos suelen llegar del país hermano.

FERNANDO GRACIA

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