Parte segunda . Evolución
Diego Medina ./ La evolución fue pues la siguiente: En los inicios surge en Aragón un movimiento reivindicativo de la nación aragonesa que sin desentenderse de España si que ponderan Aragón por encima de ésta y propugnan la soberanía y autonomía del pueblo aragonés.
Tras el fracaso de la primera república, este republicanismo se fue diluyendo. Por un lado, las tendencias federalistas defendían un Estado Aragonés dentro de una España federal y los cantonalistas iban más allá propugnando un Consejo u Asamblea de cantones, al estilo suizo en los que cada uno podía tener personalidad propia fuera de las fronteras.
Con la madurez de la burguesía como clase y con el control de la política a finales del S.XIX aparece en el seno de la zaragozana un movimiento regionalista que también comienza actuando en defensa de los intereses, básicamente económicos, de Aragón frente al centralismo madrileño. Poco a poco se fueron acomodando en el sistema Cánovas y perdiendo fuelle.
El testigo lo recuperaron emigrados aragoneses en Barcelona. A través de la Unión Aragonesista de Barcelona y su publicación “El Ebro” Gaspar Torrente y Julio Calvo Alfaro se convierten en los teóricos de un nacionalismo autonomista y soberanista claramente influenciado por el catalán. Mantuvieron buenas relaciones con los nacionalistas que vivían en Aragón.
Calvo Alfaro teorizaba sobre una federación de pueblos ibéricos en los que cada uno debía de gozar por derecho propio de soberanía pero no renunciaba a España como su colega Torrente, mucho más radical que si propugnaba una independencia total de España, al que caracterizó de estado opresor. El aragonesismo más puro vino siempre de los aragoneses que vivían en Barcelona.
En su etapa en, Gaspar Torrente, publicó el periódico el Ideal de Aragón e integró la Unión Regionalista de Graus, pero sus teorías no fueron compartidas en demasía por el resto del aragonesismo mucho más tímido y moderado así que optó por volver a Barcelona. Como ejemplo están los proyectos estatutarios.
Las primeras bases de un Gobierno de Aragón en 1919 son claramente de tinte nacionalista y las siguientes fueron cambiando. Con la llegada de la II República, los sectores más autonomistas (los barceloneses) soñaron con un Estatuto Aragonés pero en general hubo mucha discrepancia y en Aragón y sobretodo en Zaragoza la respuesta a las campañas pro-estatuto fue muy escasa y muy reticente.
Todos los proyectos que desde 1919 hasta el articulado salido del Congreso de Caspe de 1936 fueron ganando en regionalismo, incluyendo la gran decepción con la constitución republicana, centralista y unitaria y perdiendo en nacionalismo. Pese a ello, el 28 de Enero de 1934 se funda Estado Aragonés, un partido claramente nacionalista presidido por Gaspar Torrente y desde el que se volvió a la carga en favor a la elaboración del Estatuto de Aragón hasta lograr celebrar en Caspe un congreso en el que se realizó un articulado. Por desgracia, la sublevación militar en julio de 1936 acabó con estas aspiraciones y ese articulado se recuperó y se aprobó como Estatuto de Autonomía tras la transición democrática en 1982.
Diego Medina.