Fernando Gracia ./ Primeros años de la década de los cincuenta del pasado siglo. Un hombre llega a una población estonia. Viene desde Leningrado a trabajar como profesor de educación física en una escuela. El hombre huye de algo, poco a poco iremos sabiendo cosas de él, tampoco muchas. El ambiente es como el clima, frío, desapacible, triste, opresivo.
El profesor propone a sus jóvenes alumnos practicar un deporte que él domina, la esgrima. Se encuentra con las reticencias de su director, un funcionario más papista que el papa, ejemplo del ambiente que por aquellos años se respiraba en los países sometidos al yugo soviético. Un personaje este del director con vago aroma al Javert de “Los miserables”, salvando las distancias.
La película nos va introduciendo poco a poco en una trama donde se mezcla la crítica política, en este caso del estalinismo, el melodrama y el cine deportivo. Sin alcanzar altas cotas de originalidad debo decir que en todo momento me ha parecido un bello producto, previsible con frecuencia, pero muy digno y desde luego de lo poco interesante que ha llegado en estos días de penuria artística a nuestra cartelera.
Se nos dice al final que el esgrimista fue un personaje real, lo que no siempre es garantía de que la película sea buena. El filme puede ser más apreciado por aquellos conocedores de la Historia y no sé si tanto por las más jóvenes generaciones. Capta muy bien el clima de miedo y opresión vivido en aquellos años y por aquellas tierras, mezclándolo con una sencilla historia de amor y de superación.
Del director finlandés, Klaus Härö, se pudo ver en el festival de Huesca hace unos años la excelente “Cartas al Padre Jacob”, donde la influencia bergmaniana era muy evidente, no diría yo tanto en la que ahora nos llega, aunque el director haya manifestado su admiración por el gran director sueco.
Como pueden imaginar el reparto está compuesto por actores desconocidos para nosotros. Leo que Mart Avandi, el joven profesor de la película, es muy famoso en Estonia como cantante y presentador de televisión. Muy ajustados los chicos, todos rubios naturalmente.
No estamos ante un filme extraordinario, pero sí ante una obra hermosa, que deja buen sabor de boca, muy bien fotografiada y adornada por una excelente banda sonora. Buenos motivos para acercarse al cine.
FERNANDO GRACIA