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Pastel de pera con lavanda (Todo muy bonito)

 

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Pastel de pera con lavanda (Todo muy bonito)

Fernando Gracia./    A veces nos acercamos a una película atraídos simplemente por su título. En este caso se trata del adjudicado por los distribuidores españoles, “Pastel de pera con lavanda”, que no es traducción literal del francés, “Le goût des merveilles”, pero que hay que reconocer suena bien.

 

Eso sí, al mismo tiempo predispone al espectador a ver un producto dulce, edulcorado, premisa un tanto peligrosa. Y algo de ello hay en esta obra de Eric Besnard, realizador del que no se recuerda estreno alguno por estas tierras. Un producto que da la impresión de caer en cualquier momento en la cursilería, pero que afortunadamente la esquiva para acabar por dejar un gusto agradable en nuestro paladar.

El asunto es sencillo pero está adornado por algunos detalles originales, lo que no es nada desdeñable: joven viuda con dos hijos a su cargo, regenta la granja ecológica que tan bien llevaba su marido. En la vida de esta mujer irrumpe –no veo palabra más adecuada por cómo le conoce- un tipo joven bastante raro del que enseguida sabremos que sufre el síndrome de Asperger.

La personalidad de este hombre, los problemas materiales y sentimentales de la mujer y el comportamiento de los hijos componen la leve trama del filme, que poco a poco va captando la atención del espectador, siempre y cuando este guste de las tramas amables y los filmes de digestión pausada, y resumiendo más, de la cinematografía francesa, porque la que nos ocupa es más francesa que el paté de foie. Ya me entienden.

A medida que avanza la proyección el espectador se da cuenta de que lo que le están contando no es sino un cuento. De hadas dirán algunos. De hecho esta expresión aparece en los créditos finales. Todo queda muy bonito, todo se arregla perfectamente y todos podemos salir con una media sonrisa de la sala. Para el verano y con el calor que hace hasta resulta reconfortante.
Pastel de pera con lavanda poster

Los paisajes, como es preceptivo, son preciosos. La Provenza siempre ha retratado muy bien. Los planos de los campos de lavanda mientras suena una música ad hoc siempre son agradables a la vista, y la sensación de que la sangre no llegará al río también influye para que la película pueda gustar al personal.

Siempre y cuando, repito, no sea de los que gusten los asuntos rapiditos y de fácil deglución. La joven viuda es Virginie Efira, guapa y de aspecto saludable. El autista es Benjamin Lavernhe, procedente de la escena. A destacar la presencia de la actriz de origen palestino Hiam Abass, recientemente vista en “La fuente de las mujeres”, entre otras.

Moviéndose con frecuencia en la cuerda floja, temiendo como espectador que se precipite en lo cursi, el director acaba por no caer en ello y entrega una película agradable, amable, donde todo es bonito. ¿Por qué no?

FERNANDO GRACIA

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