Juan García Ruiz. Todos hemos oído alguna vez que en la segunda década de vida nuestro organismo se desarrolla por completo. ¿Quiere esto decir que nuestro cerebro deja de cambiar cuando alcanzamos cierta edad? ¿Tiene nuestro motor nervioso un botón de apagado?
La respuesta, afortunadamente, es negativa. Si bien es cierto que hay una relación inversa entre plasticidad neuronal y edad, nuestro cerebro nunca deja de reorganizarse a sí mismo. Esto, por supuesto, depende de la estimulación recibida. Esto explica, por ejemplo, que los músicos tengan mejor oído. No es imposible que un adulto de 40 años aprenda una lengua extranjera, pero tendrá que emplear más horas y hacer mayor esfuerzo que un joven de 15 años para llegar a niveles de comprensión similares a los de éste.
La estimulación (ya sea de tipo cognitiva, sensorial o motriz) modifica las conexiones entre neuronas, creando y eliminando sinapsis perpetuamente. Incluso puede potenciar la creación de nuevas neuronas y modificar las áreas cerebrales asociativas. Por ejemplo, si recibimos de manera constante la auditiva en una lengua diferente a la nuestra, el cerebro irá modificándose y fortalecerá las conexiones dentro de las áreas implicadas en el lenguaje (tanto productivo como comprensivo).
Y si recibiéramos estimulación auditiva y visual de forma simultánea y constante, estableceríamos asociaciones entre las áreas auditivas, áreas del lenguaje y áreas visuales.El aprendizaje sería más completo, dado que la exposición visual a dicho estimulo nos llevaría a recordar la palabra aprendida simultáneamente. Por supuesto no es suficiente con recibir estimulación de forma pasiva: es fundamental que haya un esfuerzo cognitivo.
La plasticidad neuronal no solo se manifiesta en el aprendizaje. En el caso de las lesiones cerebrales (producidas frecuentemente por traumatismos) se ponen en marcha una serie de mecanismos neurofisiológicos que tratan de compensar los daños. Se activan las áreas más próximas a la lesionada y comienzan a cumplir las funciones que se vieron afectadas. Incluso es posible que la reorganización sea interhemisférica (es decir, nos lesionamos una zona del hemisferio izquierdo, y la misma zona situada en el hemisferio derecho comienza a activarse y cumplir su función).
Hoy en día se rechaza por completo la idea de que al alcanzar la edad adulta cada zona del cerebro tiene una función específica e inalterable. Nuestro cerebro se modificará y se mantendrá vivo tanto tiempo como queramos, pero para ello tenemos que alimentarlo.