ZBN./ Aunque abusar del dulce no es recomendable, sí es cierto que el consumo de un refrescante polo en pleno verano, se convierte más en una necesidad que en un capricho.
Helados en copas, cucuruchos, cremosos, de palo, de hielo, sin azúcar, sin lactosa, sin gluten e incluso veganos. Con tanta oferta es prácticamente imposible resistirse a sus encantos y no dar con uno que se adapte a sus gustos o necesidades médicas, pero sin abusar.
Eva María Pérez Gentico, del Consejo General de Dietistas- Nutricionistas (CGDN) y presidenta de la Asociación de Dietistas-Nutricionistas de La Rioja (ADDLAR) explica que «el helado debe ser consumido con moderación de forma ocasional y dar preferencia al consumo de fruta fresca».
Su ingesta en verano «nos ayuda a refrescarnos cuando se trata de uno de hielo. Nos aporta agua y nos ayuda a estar hidratados, pero también tenemos que tener en cuenta la cantidad de azúcar y grasa que llevan». El aporte calórico de los helados de crema o nata suele rondar las 200 o 250 calorías por cada 100 gramos, de ahí que su consumo deba ser, como apunta la experta, «ocasional».
Afirmación con la que coincide Conchi Maximiano Alonso, dietista-nutricionista del Comité de Comunicación y Prensa de la Asociación de Dietistas-Nutricionistas de Madrid, que añade: «Podríamos recomendar tomar alguna ración de helado a la semana, siempre que sea casero o al menos tradicional, pero lo más sencillo posible, basado en leche, frutas y cacao puro. Que además son los ingredientes más saludables».
Pero el helado también tiene sus bondades, «por ejemplo, los de crema o leche aportan los beneficios de los lácteos, es decir, proteínas de alto valor biológico, calcio biodisponible y vitamina B2. También azúcares, grasas y distintos minerales.
Estos helados pueden llevar añadidos otros ingredientes, como huevo, chocolate y frutos secos», explica Pérez Gentico. También es importante que no se deje manipular por la publicidad, como ocurre con el yogur helado. Según la presidenta de ADDLAR: «Nos aporta el doble de calorías que uno natural. Incluso si el yogur es azucarado, que es más calórico, se siguen viendo diferencias».
Comer es un placer y por ello la gente intolerante a la lactosa y aquellos que llevan una alimentación vegana no tienen por qué privarse de helados, en los que los productos lácteos de origen animal se sustituyen por sucedáneos vegetales procedentes de la soja, el coco, el arroz o la avena.
En el mercado también se pueden encontrar helados sin azúcar pero, antes de quedarse con ese dato, es importante que consulte la cantidad total de hidratos de carbono que contienen -suele ser superior a la de los helados con azúcar.
Especial atención debe prestar si padece diabetes. Como explica Maximiano Alonso: «Si se quieren tomar un helado de forma esporádica, los más recomendables son los caseros, en los que se controla la cantidad de los ingredientes y de azúcar. Si se opta por uno industrial, deben fijarse en la cantidad de hidratos de carbono y el tipo de edulcorante que contiene para así ajustar la cantidad de insulina que deberán tomar«.
ALTERNATIVAS SALUDABLES
¿Recuerda cuando era pequeño y jugaba a verter zumo natural en cubiteras y colocaba palillos para tomar deliciosos polos caseros? ¿O cuándo clavaba una cucharilla en un yogur y esperaba impaciente a que su sano tentempié estuviera listo? No renuncie a ello. Como explica Conchi Maximiano, elaborar los helados en casa es, sin duda, la mejor opción. «Controlamos la calidad de los ingredientes que usamos, podemos innovar y hacer partícipes a los niños en su elaboración, aprovechando para inculcarles hábitos saludables». Además, «de este modo podemos prescindir del azúcar y sustituirlo por frutas dulces típicas de verano».