Jesus Rivilla.-. La superficialidad asola todos y cada uno de los rincones de nuestra sociedad, el mundo del fitness es uno de los máximos exponentes de esta visión frívola y epidérmica
– No, yo no entreno para mejorar mi cuerpo. Eso una consecuencia, no un objetivo –
– Si no entrenas para ponerte “cachas” ¿Para qué entrenas? –
– La respuesta corta es que entreno “para ser más” y no para “estar más” –
– ¿Y la respuesta larga?
– Ahí va…
Entrenar con la mirada puesta exclusivamente en mejorar tu cuerpo es un enfoque tan limitado como construir una casa pensando exclusivamente en la fachada. Lo sé, esta es una de esas verdades incómodas que a los clientes de los gimnasios no les gusta oír y que los profesionales hemos ido silenciando hasta llegar a la horrible situación actual. El sector del fitness se ha convertido en un nido de profesionales, pero no del ejercicio, sino del postureo y la estética.
Sí, es verdad, la sociedad entera está enferma de superficialidad. El postureo ha intoxicado todo, pero eso no debería ser consuelo de nadie sino razón para que salten todas nuestras alarmas. Cada vez hay menos personas que leen para saber más y conocer otros mundos, y más que lo hacen para coleccionar “libros leídos”, cada vez hay menos gente que hace cursos para aprender y mejorar y más gente que lo hace con la única intención de “atesorar certificaciones-títulos”, incluso proliferan los que viajan con el único fin de “hacerse y publicar fotos”… Esta exaltación de la fachada lo impregna todo, está en todas partes.
Es triste que el fin estético del entrenamiento cope el primer puesto en los objetivos de la mayoría de personas que deciden entrenar. Muy triste porque debería importarte más “LO QUE ERES” que “LO QUE PARECES”, porque deberían inspirarte más “TUS ACTOS, TUS PROGRESOS, TUS CAPACIDADES” que “TU APARIENCIA”.
El enfoque estético, además de banal y obtuso, está abocado al fracaso porque se centra en algo tan subjetivo y etéreo como los cambios corporales que observas en ti mismo y, aún peor, en la opinión de la gente sobre ti. ¿De verdad quieres poner tu bienestar y autoconfianza en manos del espejo y de la validación social?
– Ahí va la respuesta larga: entreno para SER MÁS… más fuerte, más ágil, más móvil, más equilibrado. Y también para dominar mi cuerpo y mejorar capacidades tan importantes para la vida como la fuerza de voluntad, la constancia, la determinación, la focalización y la superación de obstáculos.
Mientras lo voy consiguiendo, soy plenamente consciente de que el ejercicio produce cambios mucho más allá de lo que tus ojos o los míos pueden ver.