Fernando Gracia./ En el pasado Festival de cine de San Sebastián obtuvo una Concha de plata a la mejor dirección el belga Joachim Lafosse, por su trabajo al frente de “Los caballeros blancos”, película que al fin llega a nuestras pantallas.
Tuve la oportunidad de verla en el citado certamen y debo decir que salí bastante complacido de su visión, augurando que bien podría tener una aceptable carrera comercial en nuestro país si se decidían a distribuirla.
No sé si finalmente obtendrá este reconocimiento, ya que no hay nombres sonoros en el reparto, solo su protagonista es conocido por los buenos aficionados –Vincent Lindon– y el final del verano tampoco parece época propicia para que título alguno capte la atención de los espectadores.
Pero insisto en lo apuntado más arriba. Estamos ante un producto francamente interesante, sobre todo por lo que cuenta más que por su calidad como película. Un tema que no deja indiferente al espectador, que le plantea preguntas y que cuestiona asuntos que ocupan frecuentemente espacios en los programas informativos.
El guion está inspirado en una ONG francesa, Arca de Zoé, que se vio inmersa en un escándalo por un asunto de adopciones de niños africanos. En el filme la asociación se llama “Moveforkids” y envía a un grupo de personas al Chad para traer a Europa hasta 300 infantes por cuya operación los futuros padres adoptivos han adelantado unos buenos dineros.
Las andanzas de estos expedicionarios, a los que se ha unido una periodista, constituyen el nudo argumental del filme, que en muchos momentos transcurre dentro de las premisas de un filme de aventuras, con escenas de acción en unos escenarios muy bien retratados.
La clave del filme, expuesta de forma muy explícita, está en plantear hasta qué punto no se está procediendo sino a una compra pura y dura de carne humana.
Así de duro y así de claro. Se adorna el guion con detalles sobre las relaciones entre algunos personajes, con menor interés narrativo pero que sirven para completar una duración estándar.
No es un filme complaciente, tampoco puede considerarse como una obra de gran calado, pero sí creo que es un trabajo solvente que encuentra el punto justo para interesar y provocar preguntas incómodas al espectador medio.
El prolífico Vincent Lindon, bastante habitual en nuestras pantallas, está tan bien como acostumbra. Es notable la carrera que ha desarrollado este apuesto actor otrora más conocido por haber estado a punto de emparentar con la familia real monegasca.
Cabe recordar que recientemente ganó el premio de interpretación en Cannes por “La ley del mercado”, recientemente vista en nuestra ciudad.
A la espera de la “rentrée”, con estrenos esperados para septiembre, amén de la cuota anual de Woody Allen, creo que es una buena propuesta acercarse a ver este filme belga, que les aseguro no les dejará indiferentes.
FERNANDO GRACIA