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¡Yo, igual que tú… también expreso mi agresividad!

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¡Yo, igual que tú… también expreso mi agresividad!

Evelyn Morales.-   ¿Sabrías decir qué nos lleva a sentir rabia o a expresar agresividad?. Para responder a esta pregunta tenemos que entender antes varios conceptos, como el de Necesidad y el de Frustración.

Todas las personas tenemos infinidad de necesidades a lo largo del día, necesidades que, en muchos casos, pueden ser fisiológicas o básicas, y en otros casos pueden ser sociales o de realización personal, entre otras.

Nombremos algunas necesidades para poder ponernos en situación: ir al baño, comer, dormir, tener relaciones sexuales, tener relaciones sociales, decir que no, actuar de una determinada manera, mostrar lo que sentimos, dar nuestra opinión…

Cuando, por muchísimos motivos, dejamos a un lado algunas necesidades y no la satisfacemos, estamos provocando que en nuestro cuerpo se vayan acumulando tensiones, agobios, frustraciones… Nuestro cuerpo tiene un límite, se llena de frustraciones y puede llegar a desbordarse, y cuando esto pasa es cuando sale nuestra rabia o nuestra agresividad.

Si resumimos, podríamos decir que llegamos a sentir rabia o agresividad cuando llevamos un determinando tiempo sin satisfacer algunas de nuestras necesidades, tanto que nuestra frustración ha superado el límite.

No tenemos que pensar en circunstancias lejanas ni complicadas, pongamos un ejemplo: Supongamos que durante la mañana no hemos prestado atención a lo que hemos necesitado, no hemos satisfecho ni nuestra necesidad de beber agua ni la de ir al baño, ya que estábamos ocupadísimos con el trabajo; tampoco hemos respondido al jefe cuando nos ha hablado de una forma que nos ha hecho sentirnos heridos; más tarde nos han pedido “educadamente” colarse en la caja del supermercado (al que llegamos con muchísima prisa) y no hemos tenido el valor de decir lo que pensábamos y necesitábamos en el momento… así va pasando nuestro día, sin grandes frustraciones, pero con pequeñas que van haciendo que nuestro cuerpo se sienta tenso y, en el fondo, deseando soltar todo aquello que ha callado… como un vaso a punto de colmarse.

¿Qué pasa cuando el vaso está casi al límite y llega la última gotita que termina de colmarlo?

Eso que nos ocurre no es otra cosa que frustraciones acumuladas, rabia que no ha tenido salida… estallidos de agresividad.

Es importante que tengamos muy en cuenta las diferentes formas que tiene la agresividad de presentarse:
Agresividad hacia fuera: es aquella que soltamos contra otras personas, contra nuestro entorno, fuera de nosotros.
Agresividad hacia dentro: es aquella que soltamos contra nosotros mismos.
Agresividad activa: en ella se utilizan palabras, gestos, comportamientos violentos o hirientes.
Agresividad pasiva: es la ocasionada con inhibición, con silencios, vacíos, olvidos… Puede ser tan hiriente como la agresividad activa.

Como psicóloga, puedo decir, que todas las personas sentimos rabia y expresamos nuestra agresividad de infinidad de formas, aunque no siempre sea visible y no siempre se reconozca.

PÁRATE, ESCUCHA TUS NECESIDADES, HAZ ALGO POR SATISFACERLAS…
RECONOCE QUE ESTÁS ACUMULANDO…
SUELTA TUS FRUSTRACIONES DE UNA FORMA SANA, PARA TI Y LOS QUE TE RODEAN…

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