Francisco Javier Aguirre.- La obra del zaragozano Alfonso Casas fue adaptada por la compañía Los Zurdos y estrenada hace más de dos años en un teatro off de Madrid. A continuación, tras su inesperado éxito, se ha convertido en un referente de la nueva escena española.
La pieza retrata una realidad muy actual: los amores eventuales, pasajeros, ocasionales o transeúntes, que no siempre son minúsculos. La eventualidad forma parte de nuestra cultura y puede aplicarse a muchos aspectos de la vida. La aspiración a un amor eterno, a un gran amor, se sigue manteniendo, pero la sociología y la psicología muestran un panorama distinto: hay una gran fugacidad en las relaciones personales y eso se respira día a día en nuestra sociedad, afectando a todos los estamentos.
A partir de esta idea y de los textos del cómic, Iñaki Nieto dirige una obra distribuida en cuadros sucesivos ocupados por los seis personajes en escena: Jaime, Nacho, Eva, Laura, Carlos y David, gente joven con la que es fácil identificarse independientemente de la edad del espectador. La mezcla de la ingenuidad y el voluntarismo suele dar buenos resultados escénicos.
El espectáculo es ágil, dinámico, entretenido, abierto a la sorpresa, estimulante y exento de acidez. Los sentimientos afloran y se expresan en todas las direcciones, desde la ternura hasta la picardía, pero en ningún caso hieren la sensibilidad del espectador.
Hay un buen retrato de tipos, haciendo hincapié particularmente en los dos jóvenes que aspiran a ser alguien en el mundo literario. Es interesante la contraposición entre las dos mujeres, Eva, y Laura, con horizontes laborales y vitales muy distantes, pero coincidentes en esa universal búsqueda del amor que caracteriza a los seres humanos.
Escénicamente ellas están mejor dibujadas que ellos, pero en conjunto consiguen dar credibilidad a las situaciones y obtienen con facilidad la empatía de los espectadores.
La escenografía es mínima, pero suficiente, porque el interés de la obra está más en los diálogos y en las situaciones, que en la ambientación.
Francisco Javier Aguirre