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La troupe de Trueba

reina
‘La reina de España’

Fernando Gracia Guia. A finales del pasado siglo Fernando Trueba dio en la diana con aquella historia que ‘era y no era’ la aventura de Imperio Argentina rodando en la Alemania nazi. Nada menos que siete goyas se llevó la cinta. Y lo que es más importante, el personal fue a verla y en su mayoría llegó a la conclusión de que nunca había estado más guapa y mejor ‘nuestra’ Pe.

Cuando dieciocho años después se ha embarcado en una especie de secuela, dudo mucho no solo que pasee estatuillas sino que la taquilla le sea favorable. No voy a entrar en el tema del boicot que algunos le han querido montar. Simplemente intuyo que sumando pros y contras la cosa va a quedar más bien tibia.

Debo decir de entrada que he pasado un rato agradable en su visión, pero que el conjunto me ha parecido más bien irregular. Trufado por buenos momentos y lastrado por otros esforzadamente entretenidos, sin que el conjunto acabe de encajar.

Trueba retoma sus personajes e intenta darles material al que agarrarse. El asunto se centra en dos personajes: Fontiveros, ese director de cine que encarna Resines, que vuelve a la España de finales de los cincuenta tras penosas experiencias derivadas de la película anterior, y la actriz Macarena Granada –Penélope-, que ha llegado a figura en el mundo hollywoodiense, con una trayectoria curiosamente parecida a la que desarrolló Sara Montiel.

En España han desembarcado productores americanos, casi todos de origen judío, quienes tras negociar con el régimen franquista van a filmar películas de corte histórico. Esos rodajes vienen a coincidir con los últimos años de la construcción del Valle de los Caídos, y nos remiten claramente a Samuel Bronston. Advierto un cierto desajuste de fechas, ya que ‘El Cid’ ‘Rey de reyes’ y similares se rodaron entre 1961 y 1963 y el megamonumento se inauguró en 1959, pero…

Todo este entramado le sirve a Trueba para despachar una comedia sin apenas risas donde mezcla con suerte diversa la crítica, la ironía, el drama, la denuncia social y la aventura, entre otras cosas, así como un fresco entrañable de la profesión de cómico, adobado con frecuentes citas y chistes privados, algunos de los mejores no detectables por la mayoría de los espectadores.

Como mayores aciertos apuntaría la presencia de dos grandes actores anglosajones: Clive Revill –recuérdenle a las órdenes de Wilder en ‘Avanti’, por ejemplo- y Mandy Patinkin, el protagonista de ‘La princesa prometida’ y gran estrella del musical de Broadway.

Como mayor problema, y esto no es sino una muy personal opinión, que desgraciadamente ya no está en este mundo Rafael Azcona para la escritura del guion y que Trueba no es como el Berlanga de sus mejores tiempos a la hora de firmar comedias corales.

Los actores cumplen sin problemas, con una Penélope muy solvente y un sobrio Resines al frente. El resto tiene que sacar adelante personajes de una sola pieza, a los que no obstante les regala un momento de gloria para que se luzcan. Especialmente destacable el de Rosa María Sardá en una secuencia claramente inspirada en otra de ‘Ser o no ser’ de Lubitsch.

En resumen, que ni le ha salido un producto redondo como a mi modo de ver fue ‘La niña de tus ojos’ ni fallido, sino simplemente entretenido con momentos interesantes. El talento indudable del mayor de los Trueba ha dado productos mejores, eso es cierto. Como lo es que algunos aún seguimos creyendo en su capacidad.

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