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La fe violada

Escena de 'Las inocentes'.
Escena de ‘Las inocentes’.

Fernando Gracia. En medio de la vorágine de estrenos navideños, pensados para una audiencia masiva y preferentemente de poca edad -lo que, por otra parte, es comprensible- se ha deslizado en nuestra cartelera un filme franco-polaco, “Las inocentes”, absolutamente recomendable para los aficionados al cine de calidad y sobre todo al cine que no es de simple consumo y olvido inmediato.

El guión recoge unos hechos ocurridos en Polonia durante 1945. Las monjas de una abadía fueron violadas por soldados soviéticos en los últimos días de la guerra, con las consecuencias que se pueden imaginar nueve meses más tarde. En tal trance fueron socorridas por una enfermera francesa que trabajaba para la Cruz Roja, a quien ayudaría finalmente un médico de la misma nacionalidad.

Para mayor ironía, la primera era comunista y el segundo judío, siendo católicas las monjas polacas. No desvelo nada importante de la trama, porque desde el primer momento se plantea así la situación.

La directora, Anne Fontaine, lleva con buen pulso la trama, aunque con algún bache de ritmo narrativo, lo que no es óbice para que se siga con atención. La crudeza del comienzo se suaviza poco a poco, sobre todo cuando aparecen algunas subtramas que enriquecen el conjunto de la trama.

Hay un buen tratamiento de los personajes principales. Comenzando por el soberbio papel de la enfermera que atiende al nombre de Mathilde Beaulieu. Si lo desean, pueden ver en internet el aspecto que tenía esta mujer, por cierto bastante parecido a la actriz que la encarna magníficamente, Lou de Laâge, a quien se le puede augurar una importante carrera en el futuro. Recientemente ha recibido el premio Romy Schneider, lo que no es mala referencia precisamente, aunque cabe desearle mejor suerte en la vida que a la desaparecida Sissi…

La madre abadesa, una excelente Agata Kulesza, recientemente vista en otro filme sobre monjas, la magnífica película “Ida”, y el personaje de la hermana portera, encarnado por Joanna Kulig, están muy bien diseñados y expresan perfectamente las contradicciones y las dudas en las que se mueven estas mujeres.

El filme goza de una excelente fotografía que plasma con eficacia el frío ambiental y la dureza de la situación. Se recomienda la visión en versión original, dado que los personajes se expresan hasta en tres lenguas diferentes.

El título original de la película, “Agnus Dei”, ya fue utilizado hace años para otra historia ambientada en el mismo ambiente. En aquella ocasión era la adaptación de un texto teatral sobre el caso de una monja misteriosamente embarazada. Recuérdese a la gran actriz Anne Bancroft al frente del reparto de una película que a mi modo de ver palidece ante la mayor calidad de la que ahora nos ocupa.

Cabe anotar que la película fue distinguida recientemente en Valladolid con el premio Fipresci, que otorgan los críticos internacionales, lo que ya en principio resulta un punto muy favorable.

Haciendo abstracción de la dureza conceptual del guión, se puede decir que en su resolución final resulta una película altamente positiva y que incluso llega a emocionar en su desenlace.

Sin tratarse de una obra redonda y pudiendo achacarle algunos defectos, opino que se trata de una película altamente recomendable para los aficionados adultos. Y no implica esto que hayan de ser forzosamente mayores porque lo diga su documento de identidad. Que igual que hay algunos que nunca alcanzan esa condición hay quienes ya en temprana edad pueden ser considerados como tales.

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