Francisco Javier Aguirre. El pasado viernes, día 13 de enero, volvió Pep Bou a Zaragoza. Presentó en el Teatro del Mercado su último espectáculo ‘Experiències’. Han pasado más de 30 años desde que apareció por vez primera en la ciudad. Y no sólo aquí, sino también en Teruel. Un hecho insólito que hoy sería casi imposible repetir, tal como están las cosas.
En aquella ocasión realizó una gira de 10 días consecutivos por 10 localidades de la provincia, incluida la capital. El espectáculo se llamaba ‘Bufaplanetes’, el primero que montaba en solitario. Causó verdadera sensación. Fue posible gracias a una rara convergencia entre la DGA, la DPT y los ayuntamientos respectivos. En la actuación del pasado viernes en el Teatro del Mercado, hubo algunos testigos de la gesta turolense de hace tres décadas.
Un Pep Bou más maduro, pero igual de próximo y comunicativo, desplegó todos sus recursos técnicos y mímicos en este nuevo intento de llegar más lejos aún en el despliegue artístico y poético de su fantasía. El ambiente reseco del local le dificultó un poco las cosas, pero el triunfo fue absoluto. Ayudado por el acompañamiento musical de Leonardo Brizzi y por el sutil sentido del humor que siempre ha poseído, hizo las delicias de grandes y pequeños. Este alquimista del jabón y de la poesía gestual sabe fundir los elementos con un estilo muy depurado.
‘Experiències’ responde a su contenido: búsqueda incesante de nuevos caminos para enlazar la forma, el color, el espacio, el sonido, el gesto y el movimiento creando un mundo propio para cada espectador. Porque hay varios niveles de contemplación en la propuesta del artista. No plantea un trayecto narrativo determinado, pero permite que cada cual elabore su propia trama, o defina un ambiente, o realice un salto a dimensiones plenificadoras de la fantasía.
‘Experiències’ permite lecturas a diferentes niveles, desde el cromático al filosófico. Se asiste a la construcción de la belleza y se puede visualizar la realidad de la impermanencia, se capta la gravedad de lo sutil y se alcanza la impalpable vibración de los sueños. El mundo propio, único, sugerente, intemporal, próximo y al mismo tiempo universal de Pep Bou engarza todos los mecanismos de la sensibilidad y permite al espectador atisbar universos más allá del conocimiento inmediato.