Fernando Gracia. Tras su buena acogida en el Festival de Sundance, aunque no ganara, se abrió poco a poco camino esta película indie, hasta ser candidata a varios premios, no solo de la Academia americana.
“Manchester frente al mar”, no es sino el nombre de la población del estado de Massachussets donde ocurre la mayor parte de la película. En puridad, habría que haberla traducido “de mar”, como en España denominamos a ciertas poblaciones a la orilla de uno de ellos.
Pero no es un filme marítimo, aunque en algunas secuencias se navegue, sino un drama contenido que se nos va revelando lentamente, hasta que al filo de la hora de película quedamos totalmente informados de la tragedia que arrastra su protagonista, un tipo más bien anodino, solitario, que trabaja de conserje “manitas” en unos bloques de apartamentos de alquiler.
El director, el poco prolífico Kenneth Lonergan, nos introduce poco a poco en el tema a base de abundantes “flash backs”, impregnando la narración de un tono triste, dejando entrever que algo grave se esconde en la forma de ser del protagonista.
A partir de que el espectador queda totalmente informado la película toma un cariz diferente hasta llegar a un final muy acertado, sin cargar las tintas en ningún momento ni abandonar el tono minimalista que domina el filme.
La impresión final es que el director nos ha narrado algo en el fondo bastante simple, pero de forma compleja, con un resultado final que no deja cabo suelto alguno y que, en mi caso, me ha proporcionado un excelente postgusto.
No estamos ante una película de fácil consumo ni precisamente muy comercial, aunque a poco que se profundice se observará que es perfectamente comprensible y a la postre bastante positiva, lo que es de agradecer.
No es fácil empatizar con la mayoría de sus personajes, por otra parte tan humanos. Apenas hay acción en el filme, incluso puede parecer moroso en algunos momentos, pero si se para uno a pensar se llega a la conclusión de que el filme está dotado de una exquisita precisión, amén de un deseo de no discurrir por senderos trillados.
Película de personajes, necesariamente necesita de buenos actores. Casey Affleck, hermano del oscarizado Ben y desde luego mucho mejor actor –no era difícil- compone una interpretación muy trabajada. Sin apenas excesos, con una dicción vacilante, practicando la teoría del “menos es más”, saca adelante con nota un papel complejo. Ya ha ganado un Globo de Oro y hay que lo sitúa como favorito para el Óscar.
El joven Lucas Hedges está excelente en el rol de sobrino del protagonista. No es un papel cómodo, de hecho por momentos no resulta precisamente simpático. El resto del elenco, sin figuras rutilantes, cumple sobradamente.
Notable filme, en suma, que requiere cierta atención del respetable, muy bien resuelto por su director, que también firma el guion.