Francisco Javier Aguirre. El pasado fin de semana se ofreció en el Teatro del Mercado una versión entre cómica y cáustica del mito de Eros y Psique. Con el título de ‘Esta Psique es buena’, Javier Zapater y Raquel Poblador, bajo la dirección de Carlos Alcolea, realizaron una prodigiosa parodia de la historia de estos dos personajes mitológicos, una bellísima mujer humana, Psique, y un varón divino, Eros (o Cupido en versión latina), hijo de la diosa Venus (Afrodita para los griegos).
Esta adaptación del mito recogido por Apuleyo en su novela ‘El asno de oro’, escrita en el siglo II de nuestra era, tiene una comicidad, una frescura y un encanto extraordinarios. Los dos intérpretes rivalizan en capacidad expresiva dentro de los múltiples papeles en que se desdoblan y de las complejas situaciones que abordan para narrar la historia entre humana y divina de sus personajes. Se supone un conocimiento previo de la trama por parte de los espectadores para poder seguirla e identificar la pluralidad de personajes a los que han de dar vida los dos artistas en un escenario prácticamente desnudo.
El juego de voces, un dominio preciso de la mímica, la oportuna composición del gesto y una interacción sin fisuras consiguen que la obra se siga con facilidad y con permanente regocijo porque los propios intérpretes, responsables también del vestuario y de los arreglos musicales, logran conectar en todo momento con el público. Las sucesivas alusiones a la modernidad, a través de elementos folclóricos, amenizan con gracia la función.
Aunque no se insista en su significado trascendente durante la representación, es inevitable aludir al mensaje que contiene la obra. El amor lo plenifica todo cuando va más allá de la simple atracción física y alcanza a integrar los elementos espirituales en la dinámica de la existencia humana. Otra consecuencia que se deriva claramente del mito es la necesidad de afrontar las dificultades para conseguir altas metas en la vida.
En resumen, una puesta en escena inteligente, imaginativa, graciosa y original, con un lenguaje depurado y un ritmo ágil que mantiene la atención del espectador en todo momento.