Fernando Gracia. El momento álgido de la intermitente carrera de Agustín Villaronga se vivó hace siete años cuando su “Pan negro” se alzó con varios goyas, amén de convencer a la mayoría de los aficionados. La guerra civil española estaba muy presente en aquella película, o mejor cabría decir la posguerra.
En su nuevo filme, “Incierta gloria” vuelve a la época, en este caso al año 1937 en el frente de Aragón. En una zona donde se han estabilizado las posiciones y no hay actividad bélica transcurre la acción, atravesada en todo momento por un tono trágico. Un oficial del ejército de la República llega desde Barcelona. Sus circunstancias familiares, la relación con un amigo íntimo también destinado a ese frente y sobre todo la presencia de una mujer, viuda –más o menos- del cacique del pueblo, componen el núcleo de la historia.
Villaronga se ha servido de una novela de Joan Sales, de la cual no tenía noticia, y se ha encontrado con el problema de la carga literaria que esta acarreaba. Así pues la impresión que me ha producido es que aunque estamos ante una película sin duda interesante, el producto final no puede ser considerado como redondo. Que a veces la historia chirría un tanto y ciertos diálogos suenan… impostados.
Muy posiblemente ayude a esa impresión el hecho de haberse doblado los propios actores desde el catalán del original al español. Y digo actores y no actrices, que opino ganan holgadamente a sus compañeros de actuación respecto a la calidad de sus interpretaciones, amén de a la verosimilitud de sus personajes.
En favor del director diré que no puede catalogarse como una película más sobre nuestra guerra, como tantas personas suelen motejar este tipo de producciones. Más bien me ha parecido toda una tragedia al estilo griego con nuestra guerra incivil como telón de fondo.
Muy bien filmada, con una excelente fotografía, aprovechando con talento diversos lugares de nuestra tierra, alguno de los cuales fácilmente reconocible, pienso que es mejor por lo que quiere contar que por el resultado global del trabajo. Posiblemente muchos no compartirán esta opinión, pero pienso que algunos aspectos del guion son algo discutibles y no preciso más ya que no me gusta destripar las películas.
Ya he apuntado que me han gustado mucho más ellas que ellos. Nuria Prims está magnífica como manipuladora mujer de carácter y nuestra Luisa Gavasa está como acostumbra, o sea muy bien. Interpreta una mujer del pueblo que atesora esa suerte de sabiduría ancestral que siempre se ha podido encontrar en la España profunda.
Otro motivo de alegría es ver a Fernando Esteso en un pequeño pero sustancioso papel muy alejado de aquellos por los que se convirtió en una estrella máxima hace varias décadas.
Lo mejor, a mi modo de ver, la intención de no moverse por terrenos trillados. Lo menos bueno, cierto tufillo literario del que no se han podido –o no han querido- desprenderse amén de ciertas carencias descriptivas en el guion para hacer más verosímil lo que sucede.
De todas formas, merece la pena su visión y puede verse fácilmente la botella medio llena.