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La vieja Europa

Escena de ‘Stefan Zweig, adiós a Europa’.

Fernando Gracia. Resulta casi extraño que en estos tiempos que corren alguien decida embarcarse en la producción de un filme como “Stefan Zweig, adiós a Europa”, abordando un asunto que más parecía propio de un documental para la televisión, y desde luego no para cadenas generalistas.

Solo por esa decisión de abordar un tema así para la gran pantalla, ya debería llamar la atención del buen espectador. Por el hecho de recordar la figura del escritor austríaco, que otrora gozó de gran predicamento e incluso de popularidad, y últimamente un tanto relegado por aquello de las modas.

La directora y guionista, María Schrader, de la que no me consta estreno alguno en nuestro país, aborda los últimos años de la vida del escritor, huido de su tierra y viviendo en América, hasta su trágico final en Brasil, país altamente ponderado por él, aunque muriera el escritor sin saber que años más tarde también sería el cobijo de buen número de nazis, aquellos de los que con buen criterio había escapado.

El filme está narrado en varios capítulos numerados, con un epílogo excelentemente resuelto, y se abre con una soberbia escena instantes antes de una cena de gala con lo mejor de la sociedad brasileña, y con un abrumado Zweig como invitado de lujo.

En los siguientes capítulos, aun manteniendo siempre el interés, el desarrollo peca a veces de excesivo academicismo, siempre salvado por la excelente actuación de todo el elenco, encabezado por un magnífico Josef Hader, actor de gran prestigio en habla germana y prácticamente desconocido por nuestros lares. No le van a la zaga las dos actrices, que interpretan las dos esposas que tuvo el escritor: Aenne Schwarz y la gran Barbara Sukova, de dilatada carrera, con títulos fundamentales ligados a la filmografía de Fassbinder o Von Trotta, como su excelente encarnación de Hanna Arendt, personaje íntimamente ligado a la historia del nazismo.

Se podría calificar el filme como didáctico o incluso necesario. Algo así como cine con ánimo divulgativo, que tiene como fin recordar una gran figura de las letras alemanas con proyección universal. Quienes llevamos varias décadas como lectores recordamos sus abundantes éxitos editoriales e incluso grandes adaptaciones cinematográficas sobre textos suyos. Véanse “Carta de una desconocida”, de Ophuls, o la “María Antonietta” que encarnó Norma Shearer, y por qué no, la muy interesante “Gran Hotel Budapest”, inspirada en relatos del autor.

Evidentemente no estamos ante una película para consumidores de cine de deglución rápida, sino para buenos lectores, aunque no se vayan a encontrar con grandes novedades si ya tenían al austríaco en su altar de preferencias.

Solo el hecho de recordar la figura de este judío nada ultraortodoxo, europeo y europeísta convencido, en cuya boca se ponen frases precursoras sobre nuestro viejo continente, que no sé si realmente las pronunció, pero que quedan muy aparentes en estos tiempos en el que el viejo sueño de la unidad está amenazado, ya merece el que nos acerquemos a ver este filme, simplemente correcto en su aspecto cinematográfico pero sumamente interesante en todos los demás.

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