Fernando Gracia. Hacía tiempo que no teníamos noticia por estos pagos sobre Andrei Konchalovski. Director ruso que llamó la atención hace más de treinta años con “Siberiada”, colaborador nada menos que de Tarkovski, seducido luego por el canto de las sirenas hollywoodienses, donde acabó dirigiendo a Stallone –ejemplo claro de cambio de chip-, parece ser que ha vuelto a sus orígenes rusos así como a nuestras pantallas, donde estrena “Paraíso”.
Título que hace referencia al supuesto paraíso nazi, aunque bien se le puede dar otra interpretación que no desvelaré, ya que forma parte de la originalidad del planteamiento. También se podía haber titulado como un filme que curiosamente se anuncia antes de la proyección: “Las confesiones”, ya que esto es lo que parecen hacer tres protagonistas de la película mirando a cámara.
Sus declaraciones más la visión de sus peripecias en la Francia ocupada, hábilmente combinadas, componen el cuerpo de este filme sumamente interesante, que cuenta asuntos largamente mostrados en el cine y que siguen estremeciendo al espectador.
La originalidad del sistema narrativo y la calidad del guion, que incide en lo contradictorio de las conductas de los protagonistas, hacen que la película se siga con creciente interés, sin parar de requerir del espectador que ponga de su parte, ya que en absoluto se trata de una película de fácil digestión, sin que quiera esto decir que sea de difícil comprensión, que no es el caso.
Filmada en blanco y negro y pantalla cuadrada, su aspecto visual remite a épocas pasadas; incluso algunas secuencias del campo de exterminio me han recordado las de “La lista de Schindler”, aunque la intención de la película vaya por otros derroteros.
Fundamental verla en su versión original, ya que está hablada en varios idiomas. De hecho los tres personajes centrales son un francés, un alemán y una rusa.
El personaje de la mujer rusa lo encarna Yuliya Vysotskaya, muy vinculada al director ya que no solo ha protagonizado sus últimas películas sino que es su actual esposa.
Magnífico e inquietante el personaje del aristócrata alemán adscrito al partido nazi, interpretado por el joven Christian Clauss, de quien no recuerdo haber visto película alguna.
Tanto ellos como el actor francés Philippe Duquesne, que encarna a un policía francés que bien puede ser paradigma de lo que acabó llamándose “colaboracionismo”, están francamente bien.
Película, pues, muy interesante para los buenos aficionados, un poco más exigente de lo habitual para el espectador medio, y una inteligente nueva vuelta de tuerca al tema del nazismo y del holocausto, así como del Mal y su seducción.