Francisco Javier Aguirre. El Teatro Principal ha acogido el pasado fin de semana una comedia del ya clásico dramaturgo francés Georges Feydeau, creador del vodevil en los felices años 20 del siglo pasado. Se titula ‘El misterioso sistema Ribadier’, en versión y dirección de Alberto Castrillo-Ferrer.
De esta forma producciones Cheymoche, que junto a la compañía Teatro del Temple gestiona el Teatro de las Esquinas de nuestra ciudad, ha celebrado su 20º aniversario. Interpretado por Rosa Lasierra, Teresa Polivka, Joaquín Murillo, Kike Lera y Luis Rabanaque, es un espectáculo destinado a desatar risas, comentarios y miradas cómplices.
La pareja formada por Eugène Ribadier y su esposa Ángela, viuda del señor Robineau –que aparece retratado en un extremo del escenario y parece estar espiando toda la trama–, llevan una vida confortable y disipada en la que los celos de ella desempeñan un gran protagonismo, equivalente a los engaños de él. Los burgueses Ribadier tienen dos empleados, uno de ellos Guzmán, el chofer y la otra, Sofía, la criada, que también se entienden ocultamente y provocan situaciones comprometidas.
Para completar el cuarteto, llega desde las antípodas Aristide Thommereux, un antiguo pretendiente de Ángela, que acude al haberse enterado de su viudez. Pero ya es tarde: la señora ha vuelto a casarse con su amigo Eugène. A partir de este encuentro comienzan los desencuentros, con un ritmo ágil, un lenguaje incisivo y unas situaciones cómicas que van desenmascarando a cada uno de los protagonistas. Los sucesivos enredos, los malentendidos, las mentiras, los disimulos y la infidelidad conyugal como trasfondo de toda la comedia, conducen el espectáculo por caminos entre surrealistas y absurdos, haciendo honor a la revuelta época artística en que nació la pieza.
Hay música en directo a cargo de Teresa Polivka y Kike Lera al inicio del espectáculo y en un intermedio festivo en el que participan los demás actores. La escenografía es oportuna y bien planificada, representando una terraza parisina a la que se puede acceder desde los tejados y desde donde se distribuye la acción en los dos sectores de la casa –el de los señores y el del servicio– facilitando las apariciones y desapariciones repentinas que dan un ritmo frenético a la comedia.
Buena actuación de todos los personajes, adaptándose a las posturas histriónicas que exige el texto. A destacar la ambientación musical a cargo de Teresa Polivka.